Mexico and the World
Vol. 10, No 2 (Spring 2005)
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La historia del tiempo presente de México

Patricia Galeana (UNAM)*

Ha culminado de la magna obra, Frente a la Revolución Mexicana, 17 protagonistas de la etapa constructiva, de James W. Wilkie y Edna Monzón Wilkie. En el marco del vigésimo aniversario de su fundación , la Universidad Autónoma Metropolitana inició la publicación de la obra, en su Serie Historia, en cuatro grandes volúmenes bajo el cuidado editorial de Rafael Rodríguez Castañeda, que a decir de sus autores, “más que director general, es coautor de la serie”

Los Wilkie nos presentan una plural y multifacética gama de visiones sobre la Revolución Mexicana y lo que atinadamente llaman “su etapa constructiva”, que corresponde la primera mitad del siglo XX. En cada volumen se abarca todo el espectro político: desde la más conspicua derecha clerical, hasta la izquierda comunista, pasando por el centro izquierda y centro derecha priista y por el centro derecha panista. Los 17 protagonistas seleccionados tienen como común denominador haber sobrevivido medio siglo a la Revolución, lo que les permite medir sus efectos, desde sus distintas posiciones ideológicas.

El cuarto volumen que hoy tenemos el gusto de presentar, recoge los testimonios del presidente Emilio Portes Gil y de los que fueron candidatos a la presidencia, sucesivamente, de 1940 a 1952: Juan Andreu Almazán, Ezequiel Padilla y Vicente Lombardo Toledano. Los textos de Almazán y Padilla son inéditos; y los de Lombardo Toledano y Portes Gil se publicaron en 1969, en México visto en el siglo XX. Todos forman parte de las entrevistas de historia oral que los Wilkie realizaron entre 1964 y 1973, cuando la edad de los personajes en cuestión fluctuaban entre los 70 y 75 años de edad.

James Wilkie vino a México en 1960. Como observador extranjero, vivió el ambiente de sacralización oficial y popular de la primera revolución social del siglo XX,  al cumplirse su cincuentenario. Jim había obtenido una beca para investigar la trayectoria de Cárdenas, y ante la deficiencia de los archivos, buscó nuevos métodos de investigación con entrevistas de historia oral y la interpretación de series estadísticas.

De acuerdo con Wilkie, en ese entonces, los historiadores mexicanos llegaban en sus investigaciones hasta 1910 o 1920. Eran los economistas, politólogos y sociólogos, los que se interesaban en estudiar la “Revolución Mexicana permanente”, bajo un “proceso institucionalizado” y la “Democracia de un partido”.  

Gracias a la entrevista que Rafael Rodríguez Castañeda les hace a los Wilkie en el Prefacio de la obra, nos enteramos de cómo Jim tuvo acceso a la Cuenta Pública en los archivos de la Secretaría de Hacienda, y por ello presentaba en sus estadísticas datos que no eran conocidos ni por los propios personajes entrevistados. Cuando sus afirmaciones no coincidían con los datos encontrados, ahí mismo los confrontaban con los documentos y éstos modificaban sus afirmaciones, según nos refiere Edna.  

Esta información causó polémica, pues provenía de los archivos reservados de la Contraloría. El propio Wilkie relata cómo finalmente se reconoció que su trabajo no era de espionaje, sino de investigación, y el Fondo de Cultura Económica pudo publicar su obra en 1978 .

Jim también nos refiere cómo fue elaborando la metodología adecuada para hacer historia oral; después de la fallida entrevista con Pascual Ortiz Rubio, en que a boca jarro, le preguntó si había sido un títere de Calles; o cuando Lombardo Toledano estuvo a punto de cancelar la entrevista por referirse a la Unión Soviética como “Rusia”; o cuando Cárdenas le dijo que había que ir en orden, revisando los acontecimientos y que “los mitos tienen su razón de ser y que era mejor no destruirlos”.

En 1964, James y Edna contrajeron matrimonio, un vecino del norte y una del sur estudiaron a México en 124 entrevistas. Edna realizó el trabajo de trascripción de todas ellas.  Si bien, como ella misma refiere, unos no tenían nada qué decir, como Fernando Torreblanca y Fidel Velásquez. Este último no admitió que México tuviera ningún problema y contestaba: “No, yo no recuerdo nada de eso”.  Hubo otros como Antonio Díaz Soto y Gama, que se negaron a que su voz fuera grabada.

Era necesario discernir lo que los entrevistados pensaban de lo que otros habían escrito para que ellos dijeran en sus discursos. Jim se dedicó a desentrañar la mentalidad de las élites políticas y nos muestra su falsa humildad,  con la excepción de Portes Gil, que escribió la Autobiografía de la Revolución Mexicana.

Nuestros autores nos dan la semblanza de cada personaje, que incluye desde su aspecto físico y personalidad, así como su ambiente doméstico, todo lo cual nos permite ubicarlos en su momento histórico y conocer al protagonista.

Emilio Portes Gil  logra despertar la simpatía de nuestros autores. Consideran que el aceptar ser presidente interino implicó un sacrificio, porque al no haber reelección, no pudo aspirar a la presidencia por un periodo completo sino sólo por 14 meses.

Veamos algunos de los comentarios de Portes Gil sobre los acontecimientos fundamentales que le tocó enfrentar: sobre la Guerra Cristera concluye que: “el pueblo mexicano es católico, pero no clerical” .

Sobre la Autonomía Universitaria comenta: “se cometió un error por parte de la dirección, querer someter a los alumnos en forma enérgica, lo cual la juventud nunca consiente. Yo estaba fuera de la ciudad de México; andaba por el estado de Morelos cuando se cometió otro error grave: mandar a la policía para asustarlos [...]” .

Respecto del pliego de peticiones estudiantiles refiere: “yo no podría concederles a ustedes más que una cosa: que tengan representación en el Consejo Universitario en mayor número que lo que venían teniendo. lo demás, yo no podría concedérselos, porque sería tanto como prescindir de mis facultades de nombrar y remover a mis colaboradores. [Pero en cambio,] les voy a conceder la autonomía universitaria”.

Los Wilkie nos muestran cómo Portes Gil y Marte R. Gómez inician el reparto agrario y Cárdenas es el autor de la Revolución industrial.

Para Juan Andreu Almazán,   la Revolución de 1910 fue agraria, y afirma: “Zapata y yo la iniciamos.” Refiere cómo advirtió a Madero que iba a provocar una guerra agraria, y una de las primeras víctimas sería él. “Y salió la Revolución agraria como lo había pronosticado, y se murió el señor Madero.”  Considera que Aquiles Serdán, era superior a Madero.

De Zapata comenta: “era un hombre bien intencionado y muy agradable en el fondo, un hombre honrado, pero no tenía gran capacidad intelectual. Entonces –afirma- yo asumí la dirección de momento, para amenazar a Figueroa, para combatirlo.”

Sobre su candidatura asegura: “...todo el mundo en México sabe que siendo candidato de la oposición gané con más del noventa por ciento.  Pero al señor Roosevelt se le ocurrió que no era conveniente que yo fuera presidente de México. Y así lo manifestó francamente... estaba dando a entender que estaban dispuestos a mandar tropas americanas... No fue más que torpeza de él, porque... era yo enemigo del comunismo ruso”

A pesar de la estrategia wilkiniana, Ezequiel Padilla  no quiso entrar en el tema más difícil de su vida política, su fallida candidatura a la presidencia de la República. Seguramente esto se debió a que estaba próximo a ocupar un escaño en el Senado y no quería tocar temas que pudieran afectar en ese momento su vida política.
 
Entre las anécdotas que refiere, destaca cómo sus dotes oratorias fueron decisivas para su vida política, desde el discurso que presentó frente a Francisco I Madero en representación de los estudiantes .

Afirma ser él el que propuso fundar la Escuela Libre de Derecho y se defiende de los cargos que le hacen por haber negociado con Huerta la liberación de sus compañeros presos.

Relata con detalle su vida de soldado revolucionario bajo las órdenes del general hidalguense Roberto Martínez y Martínez, del lado del villismo.

Considera que lo más importante que debe saber un gobernante es cómo tomar decisiones. “Aprender en la niñez a tomar decisiones rápidas. Creo que nada ayuda a la vida de un hombre como saber tomar decisiones”  

Concluye que “la esencia de la Revolución Mexicana era una protesta contra el sistema creado del capitalismo” ; y que “sin organización democrática, las conquistas de la Revolución carecían de firmeza y de perdurabilidad”.  

La entrevista de Vicente Lombardo Toledano, es la más larga y sustanciosa.  Sobre el sistema electoral mexicano, Lombardo afirma que en México nunca se contaron los votos. Recuerda que con Madero no pasaron de 50 mil sufragios en un país de 15 millones. y pone como ejemplo su propio caso, cuyo expediente electoral nunca fue abierto.

Destacan sus opiniones sobre los primeros “diputados de Partido”, concesión que el gobierno acababa de otorgar a su partido, el Popular Socialista, poco tiempo antes de la entrevista.

Consideró que “la consecuencia natural y lógica de la reforma electoral, [que] ha permitido presencia de los diputados de partidos en la Cámara de Diputados, es la reelección de los mejores cuadros de los partidos, pues son los partidos los que tienen que decidir y calificar” .

Y prosigue: “Con diputados sin experiencia, sin conocimiento de la legislación nacional e internacional, sin representantes del pueblo que hayan estudiado el panorama del mundo, no es posible hacer debates de significación y de importancia, sino discusiones superficiales. La reelección es engrandecer la vida democrática de nuestro país” .

“Una cosa es la no reelección del Presidente de la República y la de los gobernadores de los estados, y otra cosa es la reelección de los diputados y senadores. Nunca, en ninguna Constitución de la historia de México, ha habido prohibición para la reelección de diputados y senadores. Ni en la de 1917 se ha prohibido la reelección de diputados y senadores”,  concluye Lombardo. Es una lástima que nuestros actuales legisladores no hayan tenido en cuenta ninguna de estas consideraciones.

Los Wilkie identificaron varias constantes en sus entrevistados, según nos refiere Rafael Castañeda en su Prefacio: separan la vida familiar de su vida pública;  se respetan mutuamente dentro de sus diferencias; tienen conciencia de la importancia de dejar su testimonio para la historia; muestran una actitud diferente entre el pasado y el presente; caen en contradicciones; cambian de opinión y no temen ser entrevistados por jóvenes extranjeros, que no se identifican con ningún grupo político.

Este cuarto volumen tiene implícito, como hilo conductor, el método para la elección del sucesor presidencial. De acuerdo con nuestros autores, el sufragio efectivo... no se cumplió sino hasta el fin del siglo XX.  En el tiempo de los protagonistas entrevistados, “las elecciones presidenciales fueron un simulacro para legitimar socialmente una designación previamente resuelta. La lógica de la sucesión presidencial en México era como un mecanismo del propio poder para perpetuarse. El poder no ha sido unitario ni constante; no lo detentó una persona sino un grupo”.  concluyen los Wilkie.

El cuarto volumen, que hoy presentamos, contiene además de las cuatro entrevistas reseñadas, una historia de México de todo el siglo XX, hasta el tiempo presente, en la introducción de casi 200 páginas. No solamente abarcan la historia política, sino también la económica. De la primera destaca la historia del que llaman “partido – gobierno”. Refieren cómo “después del traumático magnicidio del presidente electo Álvaro Obregón, Calles inventó el partido para controlar las fuerzas del poder. Negoció el nombramiento de Emilio Portes Gil, como presidente independiente, para organizar el partido las elecciones presidenciales y durante el interinato (...)  Pero fue Portes Gil quien estableció las reglas de operación del Partido Nacional Revolucionario (PNR)”.

Fue el efímero presidente el que ideó el esquema de deducir siete días de pago por año de los salarios de los gobernadores, para sufragar los gastos del PNR.  De acuerdo a nuestros autores, Portes Gil constituyó un poder en sí mismo dentro del partido oficial.

Los Wilkie describen a “la familia revolucionaria” y el “partido oficial (PNR)”, en 1929, como un grupo integrado por el presidente Portes Gil, el presidente del partido, los gobernadores clave, la alta jerarquía del ejército y los líderes políticos en el Congreso de la Unión.

Nuestros autores consideran que “uno de los primeros errores del partido, fue la designación de Pascual Ortiz Rubio”. Calles precisaba de alguien con perfil reformista y habilidad para maniobrar internacionalmente con países como Estados Unidos, Italia y Rusia.  Pero Ortiz Rubio “había perdido contacto con la realidad mexicana, y en su relación con Calles careció de habilidad para complacerlo y no supo confrontarlo, por lo que se vio obligado a dimitir”.

El partido oficial aglutinó a la “familia revolucionaria”, pero quienes lo constituyeron se vieron obligados a respetar sus reglas, so pena de ser excluidos. La condición especial era demostrar lealtad hacia la “familia” institucional.  

Con Lázaro Cárdenas, la “familia” fue expandida bajo un nuevo nombre y estructura, El Partido de la Revolución Mexicana, con base corporativista, incluyó a las organizaciones obreras y campesinas y a las cámaras de comercio. El PRM era el vehículo que mantenía el poder del presidente.  

Para mantener la estabilidad, estos sectores eran cooptados por el Presidente. Los sindicatos adquirieron poder de gobierno, además de apoyo financiero. “Los efectos de este corporativismo todavía dominan a México y evitan el cambio estructural”, afirman los Wilkie.
 
Cárdenas dio apoyo financiero al sector privado, abrió a los capitalistas la oportunidad de dialogar con la línea de mando del país. Se creó la Confederación Nacional de Comercio (Concanaco), su importancia real era mayor que la del partido mismo, de acuerdo con nuestros autores, así el presidente estuvo en posibilidad de manejar las alianzas para evitar que Lombardo Toledano alterara el equilibrio, y que Almazán se levantara en armas.  

En 1946, último año de gobierno de Ávila Camacho, el partido oficial cambió de nombre y estructura, se llamó Partido Revolucionario Institucional, orquestado por Miguel Alemán , quien estableció la empresa del poder que culminaría más tarde, de 1970 a 1982.

Alemán  hizo una reorganización del partido para incluir la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP). El ahora PRI cobraba vida sólo en las elecciones presidenciales, hasta que inició el cambio en 1989, cuando el PAN derrotó al PRI en Baja California.

El presidente saliente disponía del voto principal, pero sujeto a veto de los diferentes grupos de la “familia revolucionaria”. Se buscaba el consenso para evitar la ruptura del partido. Cada presidente debería elegir al hombre idóneo. Alemán  designó como administrador a Ruiz Cortines y éste a López Mateos. El primero otorgó la ciudadanía a las mujeres y el segundo abrió la Cámara de Diputados a los diputados de partido.  

Según Portes Gil, “Ávila Camacho, Miguel Alemán y Adolfo Ruiz Cortines le fallaron a la nación como líderes de la Revolución Mexicana por haber alentado: el centralismo político; la inmoralidad administrativa; el enriquecimiento ilícito; la inmoralidad alarmante d la administración de justicia; haber hecho el sufragio cada día menos efectivo y permitido flagrantes y constantes violaciones del clero católico a las leyes”.  

Según los Wilkie, como se avizoraba un horizonte problemático con disidentes y estudiantes, la siguiente sucesión se decidió por Díaz Ordaz.

El error del movimiento estudiantil del 68, de acuerdo a nuestros autores, fue apostar al todo nada. “No se puede hacer política desde posiciones irreductibles porque conduce a la derrota. Díaz Ordaz y Luis Echeverría fueron responsables de los crímenes de Tlatelolco. Todos sabían lo que el jefe quería, de ahí viene la culpabilidad de ambos,” afirman contundentes.

Consideran que con Echeverría el estatismo  llegó a su culminación. Después de aplastar el movimiento estudiantil del 68 y del 10 de junio de 1971,  cambió de política para recobrar la legitimidad perdida . Pero contra los que no aceptaron su ‘pan’, continuó la “Guerra Sucia”, con la eliminación clandestina de guerrilleros opositores.

Después del anticapitalismo de LEA , el partido eligió a José López Portillo  para hacer las paces con los empresarios. López Portillo impulsó una reforma electoral mediante la Ley de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales (LOPPE), promulgada en 1977 en el nuevo Código Federal Electoral. Al desaparecer el sistema de diputados de partido y sustituirlo por el de diputados plurinominales, reforzó el sistema corporativista, porque estos diputados son representantes de los partidos, no proceden de un distrito sino de circunscripciones plurinominales, con lo que se diluye todavía más la representación de la ciudadanía, como bien concluyen nuestros autores

 

A un lustro del centenario de la Revolución, la obra de los Wilkie nos ofrece nuevos elementos para repensar la Revolución y para revisar nuestro pasado reciente.

 

Cada entrevista es en sí un valioso documento histórico que tiene la singularidad de mostrarnos la evolución del pensamiento de cada uno de los protagonistas y a través de ellos de la sociedad mexicana. El que todos los protagonistas hayan muerto le da a la obra una mayor perspectiva histórica.

Nuestros autores han aportado a la historiografía mexicana contemporánea, una nueva manera de hacer historia oral, su metodología de investigación destaca no sólo el valor de las diferentes interpretaciones de un mismo hecho histórico, sino también la importancia y efecto de la mentira y la manipulación que de los hechos hacen los líderes políticos.

La escuela historiográfica wilkineana, no sólo recoge el testimonio sobre lo ocurrido sino genera un nuevo documento histórico, mediante el debate entre el historiador y el personaje entrevistado, donde surgen nuevas interpretaciones para explicar sus propias contradicciones mediante la confrontación de los hechos históricos.

Los Wilkie nos van mostrando cómo cada líder construye su verdad, misma que acaba por creer, y actúa en consecuencia. Finalmente, lo que los dirigentes dicen o creen que sucedió es tan importante para la historia como lo que en realidad haya sucedido.  La obra nos ofrece el proceso ideológico, de los personajes en cuestión y la intersección entre el hecho, el mito y el imaginario colectivo.

De esta manera, los documentos históricos que genera la metodología wilkineana constituyen fuentes de primera mano para nuevas investigaciones, no sólo de historia política, sino social y cultural. En ellos, podemos conocer la estructura mental del líder, cómo piensa  en forma espontánea, sin asesorías de ningún tipo. También podemos conocer cuales son los hechos que quiere corregir y esta información tiene en sí un gran valor. Podemos constatar como van cambiando su opinión ante la necesidad de justificarse.  Importa lo que pasó, pero también lo que hubieran querido que pasara y lo que quedó en su mente de lo acontecido. 

Estudiar la Elitelore,  nos permite conocer el proceso mental selectivo de la realidad en la construcción de sus liderazgos y cómo de un hecho histórico van dando diversas versiones o interpretaciones, a través del tiempo.  Esa “verdad” que cambia el curso de la Historia, es el lore o saber, o creencias de la elite política que encontramos en la obra que hoy tenemos en las manos.

La obra Frente a la Revolución Mexicana, cobra una mayor relevancia al no haber fuentes documentales de un sinnúmero de hechos relevantes de la historia mexicana reciente. En algunos casos, por falta de conciencia histórica de los actores, en otros, porque no existe documentación.

Debido a la falta de una Ley de archivos, nuestros archivos siguen siendo deficientes, el propio Archivo General de la Nación sigue sumido en la penitenciaria porfirista de Lecumberri, muchos documentos se han perdido y otros corren el riesgo de desintegrarse. Ni siquiera los archivos presidenciales están completos.

Por todo lo anterior, la obra de los Wilkie viene a llenar un vacío fundamental. Su interés por México y por Latinoamérica, les ha permitido hacer un rescate histórico y penetrar en la realidad política, al margen de las pasiones nacionalistas o partidistas.

Felicitamos a nuestros autores y nos congratulamos por la aparición de esta obra cuyos documentos históricos generarán, sin duda,  nuevas investigaciones. Sugerimos a los editores hacer separatas de cada personaje, así como de la revisión histórica del siglo XX mexicano, para facilitar su acceso al público estudiantil. Y quedamos en espera de nuevas publicaciones de los Wilkie, ya que sólo tenemos 17 personajes y sabemos que hay por lo menos cinco más.

* Historiadora. UNAM. Presentación del IV volumen de la obra Frente a la Revolución Mexicana. 17 protagonistas de la etapa constructiva, Universidad Autónoma Metropolitana, abril de 2005.

 La UAM se fundó en 1974, y en 1994 se inició la publicación del primer volumen de la obra.

 El primer volumen. Los  Intelectuales, incluye a Luis Chávez Orozco, Daniel Cosío Villegas, José Muñoz Cota y Jesús Silva Herzog, que interpretan la revolución “permanente” entre 1910 y 1964.
El segundo tomo, Ideólogos, compara visiones opuestas: Ramón Beteta, Manuel Gómez Morín, Miguel Palomar y Vizcarra, Germán List Arzubide y Juan de Dios Bojórquez.
El tercer volumen, Líderes políticos, muestra el pragmatismo de Salvador Abascal, Marte R. Gómez, Luis L. León y Jacinto B. Treviño, sus ideas al terreno de la actividad política.
El cuarto y último volumen, Candidatos y presidente: dedicado a un  presidente: Emilio Portes Gil, y tres candidatos del partido oficial: Juan Andreu Almazán, Ezequiel Padilla y Vicente Lombardo Toledano.

 Se instituyó el libro de texto gratuito y en cada escuela se dispusieron altares a la patria.

 Prefacio, en: Frente a la revolución..., p. xxiv.

 EMW: “Cuando nos dábamos cuenta que el entrevistado afirmaba algo que contradecía lo que habíamos dicho o escrito, allí mismo sacábamos el documento y se lo leíamos (...) reconsideraba sus respuestas (...) se daban cuenta de que en cualquier momento podíamos confrontar sus declaraciones” Prefacio, en: Frente a la revolución..., p. lii.

 Wilkie, James, La revolución mexicana 1910-1976; gasto federal y cambio social, trad. Jorge E. Monzon,  México, FCE, 1978. Previamente, el Instituto Mexicano de Investigaciones Económicas publicó en 1969 México visto en el siglo XX; entrevistas de historia oral. Dicho instituto fue fundado en 1928 por Jesús Silva Herzog.

 Prefacio, en: Frente a la revolución..., p. xxxviii.

 Prefacio, en: Frente a la revolución..., p. lvii.

 Cf. Wilkie, James, Elitelore, Los Ángeles, UCLA, 1973, 87pp.

 Su entrevista abarca 112 páginas.

 Wilkie, Frente a la revolución..., p. 13

 Id. p. 72

 Esta entrevista abarca 165 páginas.

 Ibidem

 Id.p. 406

 Almazán afirma que: “En las elecciones mías tuve tres millones de votos, y Manuel Ávila Camacho tuvo menos de 300 mil”, ib., p. 451.

 Id. p. 404

 Su entrevista es la más corta, 79 páginas.

 “El joven Ezequiel Padilla, estudiante de Jurisprudencia (...) manifestó al señor Madero lo grande de aquella manifestación, no porque fuera hecha por estudiantes, sino porque era de jóvenes, y en esa edad no se tiene avasallado el espíritu de pasiones bastardas; todo es desinteresado y leal”. en “La alborada de los estudiantes”, reseñado en el periódico maderista La Nueva Era. El mismo Padilla afirma: “El discurso me abrió las puertas para entrar en mi carrera política”, ib., p. 318.

 Ib., p. 318.

 Ib., p. 366.

 Ib., p. 377.

 189 páginas.

 Id. p. 304-305

 Ib.

 Ib.

 Jim Wilkie afirma: “les gustaba hablar de sus antepasados, pero no de su familia, de su esposa y sus hijos decían poco. No querían hablar de su vida privada.” Cf. Prefacio, en: Frente a la revolución..., p. xlv.

 Introducción, en: Frente a la revolución..., p. lxxiii.

 Introducción, en: Frente a la revolución..., p. lxxxi.

 Introducción, en: Frente a la revolución..., p. lxxxii.

 Introducción, en: Frente a la revolución..., p. lxxxiii.

 De 1934 a 1940, Cárdenas planteó el reparto de tierras para reconstruir el concepto del ejido, aunque ya basado en un mito histórico de cooperación comunal y no en la realidad.
Para apoyar a Cárdenas, Lombardo Toledano organizó la Confederación de Trabajadores de México (CTM). Lombardo quiso unificar a los obreros con los campesinos, pero Cárdenas consideró peligroso concentrar tanta fuerza en la CTM y prefirió reconstruir el PNR como el PRM sobre ejes independientes.
El verdadero poder no radicaba en el partido, Cárdenas organizó la Confederación Nacional de Cámaras Industriales (Concamin). En 1940, Cárdenas evitó el levantamiento de Juan Andreu Almazán. Cf. Introducción, en: Frente a la revolución..., pp. lxxxii-lxxxiii.

 Cf. Introducción, en: Frente a la revolución..., p. lxxxiv.
La política del Estado se vio obligada a reaccionar a la Gran Depresión de la década de 1930. La “izquierda” del partido pensaba que Cárdenas seleccionaría a Francisco J. Múgica para sucederle, pero el elegido fue Ávila Camacho. De acuerdo con nuestro autor, Ávila Camacho sentó las bases para el crecimiento económico, al facilitar la creación de co-inversiones entre empresas extranjeras y compañías privadas. La clave del éxito del “milagro mexicano” estuvo bajo la dirección de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Durante la presidencia de Ávila Camacho, Cárdenas fue ministro de Defensa durante la Segunda Guerra Mundial. Cf. Introducción, en: Frente a la revolución..., pp. lxxix y lxxxv.
   

En 1940 surgió el proteccionismo comercial y la sustitución de importaciones que se estableció en 1947. En 1970 se llevaron al exceso y se hicieron contraproducentes. Si de 1940 a 1950, hubo un incremento en la economía del 6% en términos reales, después decrecerá a 0.6% en 2003. Cf. Cuadro 2, en: Frente a la revolución..., p. cxlii.

 Alemán propuso acelerar el desarrollo industrial y el impulso de la iniciativa privada. Pero para los estatistas, no tenía objeto compartir las “ganancias del gobierno en co-inversiones”.

 Alemán apoyó el establecimiento de empresas mixtas, la era de expropiaciones había dejado de existir. En 1942, fue fundada la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (CANACINTRA). Cf. Introducción, en: Frente a la Revolución..., p. lxxxviii.

 Ibidem

 Hasta antes de Alemán, los secretarios de Defensa ocuparon la presidencia. A partir de él, llegaron dos secretarios de Gobernación y Adolfo López Mateos fue el único en llegar desde la Secretaría del Trabajo. p. xciii

 La oposición quedó complacida. Promovió el conocimiento de México en sus giras a Canadá y Estados Unidos, a Sudamérica, el Oriente y Europa. Cf. Introducción, en: Frente a la revolución..., p. xciii.

 Ib., p. cxcii.

 Díaz Ordaz distribuyó tierras a los ejidatarios y Ortiz Mena, al mando de la SHCP mantuvo el crecimiento del PIB, de 7% anual de 1962 a 1970. Cf. Introducción, en: Frente a la revolución..., p. xciv.

 Como secretario de Gobernación de Díaz Ordaz, Echeverría lanzó la “guerra sucia” en 1967 con los asesinatos por secuestro. Esa política implicó la expansión del estatismo. Cf. Introducción, en: Frente a la revolución..., p. xcv.

 Echeverría encarnaba al Estado, vino la idea de nacionalizar al sector privado extranjero y transferir todo el poder al Estado. Acabó con la “época de oro” del desarrollo estabilizador. Para llevar a cabo el programa, tenían la idea de impulsar el crecimiento sin tomar en cuenta la inflación, ésta no era importante porque iban a subir los salarios.
La inflación subió y el poder adquisitivo bajó. México siguió el modelo brasileño, donde la inflación era tal que era imposible vivir. Cf. Introducción, en: Frente a la revolución..., p. xcviii.

 Causó la muerte de varios golpeados, se dijo que 45; 255 fueron arrestadas para nunca reaparecer. Cf. Introducción, en: Frente a la revolución..., p. xcv.

 En el cambio de ruta, Echeverría impulsó la creación de centros de enseñanza media y superior y mejoró sus condiciones laborales. Propuso pagar mejores sueldos a los intelectuales y darles fondos para investigación, “que escribieran libros y no panfletos”. p. xcvi

 La intención de Echeverría fue nacionalizar compañías para crear empleos para los egresados de las universidades. Tomó decisiones basándose en su concepto primitivo de “desarrollo económico”; usó los estudios de intelectuales como Ifigenia Martínez, para justificar lo que iba a hacer. p. xcvii

 Él había tenido un comportamiento errático como secretario de Hacienda, se creía un Quetzalcóatl. Anunció pactos entre el gobierno y los capitalistas. Como presidente, escondió su mal uso del gasto público: las raíces de la crisis de Fobaproa y del IPAB. (p. xcviii)

 Cf. Introducción, en: Frente a la revolución..., p. xcviii.

 Así como hay un folklore, hay una elitelore, que nos es necesario conocer para comprender sus acciones, ya que importa saber no sólo como ocurrieron los hechos, sino como los vio el líder. Cf. Wilkie, Elitelore, 1973.

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