Mexico and the World
Vol. 10, No 1 (Winter 2005)
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La Historia Oral de la Revolución Mexicana

Por Rafael Rodríguez Castañeda

En 1955 James W. Wilkie, un joven originario de Idaho que aún no cumplía 20 años, llegó procedente de Los Ángeles con el propósito de estudiar Ciencias Sociales en el Mexico City College. Wilkie fue uno entre cientos de jóvenes norteamericanos que viajaron a México para matricularse en ese plantel cuyos estudios de licenciatura y maestría estaban reconocidos en los eua.


Posteriormente, en 1959 Wilkie obtuvo su maestría en Historia en la Universidad de California en Berkeley, con una tesis sobre el gobierno de Lázaro Cárdenas en Michoacán, (1928-1932). Como historiador, se especializó en la Historia de México, y fue el único a quien se le ocurrió recoger testimonios de los protagonistas dirigentes de la etapa constructiva de la Revolución Mexicana aún vivos en la década de los 1960.


Durante la documentación de su tesis, Wilkie enfrentó la escasez de bibliografía y de series estadísticas sobre la historia reciente del país, de modo que en sus múltiples viajes entre Berkeley y México empezó a construir sus propias series estadísticas y a ensayar entrevistas de Historia Oral.


En 1962 conoció a Cárdenas y entabló largas conversaciones con él mientras lo acompañaba de gira por Michoacán, pero el General se negó a que Wilkie lo grabara, escaldado tal vez por la forma en que otros acostumbraban distorsionar cualquier declaración suya.


Los comienzos como entrevistador de James W. Wilkie registran también el siguiente tropiezo, que narra en el volumen iv de Frente a la Revolución Mexicana: Candidatos y Presidente.

“La idea de llevar a cabo entrevistas de historia oral basadas en la memoria de los actores surgió parcialmente de mi entrevista fallida con don Pascual Ortiz Rubio, en 1961, durante mi primera estancia en México. Don Pascual estaba a cargo de la Comisión Nacional de Pesca. Su oficina estaba en la Colonia Cuauhtémoc, creo que en Río Rhin. Era un tanto desolada; había una sola secretaria; ninguna actividad. Era una oficina triste. Don Pascual me recibió sentado en su escritorio, donde escribía. Era bastante mayor —83 años—, pero muy ameno al hablar. Como buen gringo, fui directamente al grano y dije algo así: —Entiendo que se dice que el papel de usted en la presidencia fue ser títere de Calles. ¿Cómo explica usted eso? —Se le descompuso el semblante y dijo: —No. Es más complicado que eso.

“Don Pascual no pudo decir más. Estaba tan deprimido que yo no iba a insistir y no supe cómo continuar. Después ni él ni yo supimos qué hacer. ¿Qué iba yo a decir?: “Podemos regresar y hablar”, ¿de qué? Me sentí como un estudiante ingenuo. En ningún país se puede empezar así la entrevista con una persona importante, hablando sobre sus fracasos.

“La idea de entrar sin grabadora y empezar a hablar de asuntos difíciles fue un error tremendo. No sólo me dejó una impresión de fracaso, sino además, de que lo había dejado derrotado. Todavía no tenía yo en mente una metodología para abordar estos temas complejos.

“Primero tenía que haber escuchado el relato de la historia de una persona, antes de tocar en un momento dado el tema de sus debilidades de manera más lógica y con mayor tacto. De eso me di cuenta después. Había que hablar sobre su vida en relativo orden cronológico, porque no se puede comenzar por una consecuencia sin un marco referente a la vida; había que plantear cuál era el problema dentro de su contexto histórico, antes de hacer preguntas que llevaran de manera natural al relato de la actuación del personaje.

“Problemas como el de esa primera entrevista con don Pascual Ortiz Rubio ya no volvieron a surgir…”

Estimulado por el ejemplo de Oscar Lewis, quien publicó The Children of Sánchez en 1961, con autobiografías que sacó de transcripciones, suprimiendo sus preguntas y presentando sólo la voz de los miembros de una familia pobre, en 1963 Wilkie llegó a México armado con una grabadora para registrar la Historia Oral de la Familia Revolucionaria y sus enemigos. A diferencia de Lewis, Wilkie consideró indispensable mostrar la interacción ente el historiador y el entrevistado.


Wilkie llegó recién casado con Edna Monzón, una estudiante guatemalteca de letras francesas, a quien conoció en Berkeley. A principios 1964 James y Edna captaron primero testimonios de los colaboradores de Cárdenas, como José Muñoz Cota, Luis Chávez Orozco, Germán List Arzubide, Ramón Beteta, Marte R. Gómez y Jesús Silva Herzog, mas poco a poco conversaron con otros miembros prominentes de la familia revolucionaria, críticos, analistas y opositores de aquel régimen casi monolítico, que era entonces el pri-Gobierno.


De esta manera los Wilkie fueron los investigadores a quienes correspondió retratar en un conjunto de documentos insólito e irrepetible los testimonios de primera mano más heterogéneos que existen de México en esos años.


Registraron la Historia Oral de los fundadores de cuatro partidos políticos significativos y dos circunstanciales: Emilio Portes Gil, del Partido Nacional Revolucionario (pnr), abuelo del pri; Vicente Lombardo Toledano, del Partido Popular (pp), posteriormente apellidado Socialista (pps); Manuel Gómez Morín, del (pan) y Jacinto B. Treviño, del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (parm).


Y con una amplitud de mira que otros simplemente hubieran ignorado, grabaron también la voz de Juan Andreu Almazán y de Ezequiel Padilla, quienes para aspirar a la Presidencia de la República desde la oposición debieron fundar “su” respectivo partido: en 1940 Almazán conformó el Partido Revolucionario de Unificación Nacional (prun), para disputar la Presidencia a Ávila Camacho, y en 1946 Padilla aglutinó a sus seguidores en torno al Partido Democrático Mexicano, frente a Alemán.


Entrevistaron también a dos notables callistas: Luis L. León y Juan de Dios Bojórquez; al gran analista político e historiador Daniel Cosío Villegas, y entre los opositores al régimen, a personajes como Miguel Palomar y Vizcarrra, militante católico, ideólogo de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa; a Salvador Abascal, líder del sinarquismo, y a Aurelio Acevedo Robles, líder cristero, aunque con este último sólo sostuvieron dos breves pláticas que no completan el panorama de su vida.


Salvo los casos de Muñoz Cota y List Arzubide, a quienes grabaron en una sola ocasión, con los demás registraron de cuatro a nueve conversaciones. Como se trataba de una pareja de estudiantes extranjeros, sin filiación ni prejuicios, todos les explicaron las situaciones complejas con sencillez, para que les resultaran comprensibles.


Al transcribir y revisar las 124 entrevistas que registraron, James y Edna descubrieron que sus interlocutores tuvieron el raro privilegio de apreciar la etapa conclusiva del impulso revolucionario que detonó en 1910 y la resultante de su esfuerzo individual. En 1964, cuando contaron su historia, las edades de sus entrevistados promediaban 69 años y medio.


Con el apoyo de don Jesús Silva Herzog, los Wilkie consiguieron publicar la historia oral de siete de ellos (Beteta, Marte R. Gómez, Gómez Morín, Lombardo Toledano, Palomar y Vizcarra, Portes Gil y Silva Herzog) en un volumen de 700 páginas que se llamó México visto en el siglo xx, entrevistas de historia oral.


El clima de libertad en que hablaron los representantes de todo el espectro político y la franqueza con la cual expresaron sus opiniones, quedaron impresas en ese libro, que apareció a mediados de 1969.


Todavía no se cumplía un año de la masacre de Tlatelolco, y un libro que con tal frescura irrumpió en medio de un clima político tenso, asustado y reticente, fue una especie de balde de agua fría. Las entrevistas de los Wilkie produjeron estupor y suspicacia. El periodista Horacio Quiñones, por ejemplo, en el primero de dos artículos que dedicó al libro le asestó catorce adjetivos: “Asqueroso, baboso, tortuoso, torpe, repulsivo, taimado, nauseabundo, estúpido, despreciable, sandio, estulto, infame, ignorante y mentiroso. Todo eso y mucho más…”, escribió, antes de afirmar que los Wilkie eran agentes provocadores de la cia.


Hoy ese libro es inconseguible, pero en 1994 la Universidad Autónoma Metropolitana decidió publicar completas las 17 series de entrevistas de Historia Oral de los Wilkie en cuatro volúmenes bajo el título general de Frente a la Revolución Mexicana, 17 protagonistas de la etapa constructiva.
Además de la reimpresión de las siete entrevistas publicadas en 1969, la edición de la uam presenta las diez que habían permanecido inéditas. Los subtítulos de los volúmenes son i. Intelectuales; ii. Ideólogos; iii. Líderes políticos y iv. Candidatos y presidente.


El volumen que concluye la serie contiene la Historia Oral de Emilio Portes Gil, Vicente Lombardo Toledado, Ezequiel Padilla y Juan Andreu Almazán. Además, el tomo iv incluye un ambicioso estudio de los Wilkie sobre los factores, criterios y circunstancias que han determinado la sucesión del poder en México en los 71 años que median entre 1929 y 2000, y los efectos de esa dinámica hasta octubre de 2004. También incluye la crónica pormenorizada de la investigación que realizaron para captar testimonios de Historia Oral.


En el Prefacio James Wilkie habla de la otra investigación pionera que realizó: la construcción de las primeras series estadísticas irrefutables sobre el presupuesto federal, el gasto social y sus efectos, en un libro que se llama La Revolución Mexicana (1910-1976): Gasto federal y cambio social. (fce, 1978)


En 1987 los Wilkie reanudaron su investigación de Historia Oral sobre México en la Etapa Transformativa, y aumentaron su récord único en número de entrevistas con la vasta y detallada Historia Oral de Porfirio Muñoz Ledo ex presidente del pri, co-fundador del prd y presidente de ese Partido, candidato presidencial del parm en 2000 hasta la coalición con Fox, y ex embajador ante las Naciones Unidas y la Unión Europea, quien ahora pretende transformar el Estado Mexicano, abogando por una nueva Constitución para poner fin a las inconsistencias legales de la Carta Magna de 1917, que frenan el desarrollo de la nación ante un mundo globalizado.

Además, en 1999 iniciaron grabaciones con Roberto González Barrera (Presidente fundador de gruma en 1949 y constructor de la industria de la tortilla higiénica y con vitaminas, minerales y proteína para beneficio del sector popular de México, Centro América, Venezuela, Inglaterra, Francia y China), a quien el pri desalentó para que no aspirara a ser diputado ya que, como señaló Alfonso Corona de Rosal, su habilidad empresarial se desperdiciaría en la Cámara de Diputados —que entonces se limitaba a aprobar las iniciativas de Ley del Presidente—. En cambio, González Barrera transformó un pequeño banco regional, banorte, en una de las mayores redes financieras del país.

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De esta manera, en 2004, año en que la uam, celebra su trigésimo aniversario y los Wilkie, el cuadragésimo de su investigación insólita, está por aparecer el cuarto y último volumen de la colección de 17 entrevistas de Historia Oral.

Una versión resumida de esta nota aparecerá publicada en la revista Cambio, que se edita en la Ciudad de México. Semana del 5 al 11 de diciembre de 2004 / Año 4, número 136.

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