Mexico and the World
Vol. 7, No 3 (Summer 2002)
http://www.profmex.org/mexicoandtheworld/volume7/3summer02/edmundo_molina.html
PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN III
Por Edmudo Jacobo Molina
21 de octubre de 2002
Casa del Tiempo
Universidad Autónoma Metropolitana
México D.F.
Autores: James W. Wilkie y Edna Monzón Wilkie
Título:
FRENTE A LA REVOLUCIÓN MEXICANA.
17 protagonistas de la etapa constructiva.
Entrevistas de historia oral.
Volumen III: Líderes políticos:
Salvador Abascal
Marte R. Gómez
Luis L. León
Jacinto B. Treviño
Editor General de la obra: Rafael Rodríguez Castañeda
Editado por Universidad Autónoma Metropolitana, 2002
Presentación de la Mesa
Edmundo Jacobo Molina
Profesor de Economía de la UAM, Unidad Azcapotzalco
Miembro del Consejo Ejecutivo de PROFMEX
a) Mtra. Judith Herrera Montelongo. Profesora Titular de tiempo completo del Departamento de Política y Cultura de la UAM, Unidad Xochimilco.
b) Dr. Álvaro Matute, connotado historiador y académico distinguido de la Universidad Nacional Autónoma de México.
c) Mtro. Rafael Rodríguez Castañeda, editor general de la obra y quien por muchos años fuera colega nuestro en esta Universidad.
d) Los autores: Edna Monzón y Jim Wilkie.
Presentación del libro por
Edmundo Jacobo Molina
El volumen que hoy presentamos forma parte de un trabajo académico de gran envergadura tanto por el contenido, como por el método y el momento en el que se hizo, me explico:
1. Contenido: Entrevistar a 17 personajes de la vida nacional no es tarea fácil, imaginémonos a José Luis Chávez Orozco, Daniel Cosío Villegas, José Muñoz Cota y a Jesús Silva Herzog, quienes integran el volumen I intitulado Intelectuales; o a los Wilkie con Ramón Beteta, Manuel Gómez Morín, Miguel Palomar y Vizcarra, Germán List Arzubide y Juan de Dios Bojórquez, cuyas entrevistas aparecen en el volumen II Ideólogos; o con quienes son referidos en este volumen. Tarea difícil no solo por lo que implica en cuanto a la confianza que hay que ganar para lograr un material trascendente que aporte a la explicación de un fenómeno, de un período. Sino además por el conocimiento de la historia nacional que se supone para buscar las preguntas, las rutas, que lleven a que el entrevistado hable incluso de lo que no recuerda o sobre lo que no quiere hablar. Difícil también, porque 17 entrevistas deben suponer al menos otras 17 inconclusas o fallidas.
2. Por lo que al método se refiere, la “Historia Oral” era puesta en duda, sino es que abiertamente rechazada como método analítico, por quienes en aquellos años pugnaban por la “objetividad”, los datos verificables para soportar un juicio. Sin embargo, esta técnica, bien utilizada, puede aportar ese otro dato tan duro como la fecha de una batalla, la subjetividad del protagonista, lo que para él fue relevante, su lectura de sus decisiones, sus actos y su circunstancia.
3. El momento, las entrevistas se realizaron entre 1964 y 1965, en un período en el que el sistema político no precisamente se caracterizaba por su apertura y cuando, como el propio Jim me recordaba esta mañana, las rupturas, las disidencias, no eran necesariamente definitivas, así un político podía estar en “desgracia” un sexenio y ser recuperado en el siguiente, de ahí la expresión “estar en la banca”… Claro esto suponía cierta “discreción”. También es cierto que otros de los entrevistados no tenían cortapisas.
Insisto, por su contenido, por su método y por el momento estamos frente a una obra de trascendencia. A la luz de nuestros días pareciera que buena parte del siglo XX mexicano fue homogéneo, la lectura completa de los cuatro tomos nos muestra que la diversidad que hoy observamos tiene raíces.
Hace poco más de un año cuando en este mismo lugar presentábamos el volumen II, lanzaba la provocación de que ya era hora de que los entrevistadores fueran entrevistados y vaya que tomaron el reto, Rafael Rodríguez entrevista a Jim y en el Prefacio se transcribe esta entrevista.
Por cierto en el volúmen III, entitulado Líderes, que hoy presentamos, Jim Wilkie hace algunas aseveraciones que ameritarían una reflexión posterior, me refiero en particular a su periodización: época constructiva; etapa estatista y gobiernos antiestatistas y sería por demás importante que Jim profundizara en su afirmación: “La nueva revolución que surge en 1985, y adquiere una renovación de fuerza con el triunfo de Fox en las elecciones democráticas de 2000, marca el comienzo de la ruptura del sistema corporativista en la política”.
Sobre la ruptura en el sexenio de Miguel de la Madrid creo que en principio estamos de acuerdo, aunque me gustaría que el Dr. Wilkie profundizara al respecto para conocer qué elementos está considerando como los determinantes en esa “nueva revolución”, claro sólo para estar seguro de que estamos hablando de lo mismo. Y sobre el corporativismo en México sólo dos comentarios rápidos: A veces da la impresión de que se le asemeja al fascismo y aunque guarda algunos rasgos en común, creo que no se puede hablar de esa identidad ya en el nuevo siglo. ¿Se refiere al fin del corporativismo o al surgimiento de un neocorporativismo?
Ahora una muy buena noticia, la UAM nos acaba de notificar que está más que lista para iniciar los trabajos para la edición del volumen IV con lo que esta obra quedaría completa, como decimos coloquialmente la pelota está en la cancha de Edna, Jim y Rafael, así que saliendo de aquí… ya que será por demás interesante leer las entrevistas con Vicente Lombardo Toledano; Juan Andreau Almazán; Ezequiel Padilla y Emilio Portes Gil. Por cierto las entrevistas a Almazán y a Padilla son inéditas y como anédota habría que recordar que las conversaciones de los Wilkie con Don Ezequiel se realizaron justamente en esta casa.
Quiero invitar muy sinceramente a que lean esta obra que es más que una pieza de historia y sólo para darles una muestra de lo que pueden encontrar permítanme leerles el siguiente pasaje de la entrevista con Don Salvador Abascal: pag. 6-7:
Al final de 1917, quizá a principios de 1918 --no puedo precisar bien la fecha--, ya teníamos dos años y medio de vivir en Santa María cuando una noche --nosotros estábamos dormidos; yo estaba dormido, lo supe hasta el día siguiente-- llegó una gavilla de bandoleros de los que mandaba Inés Chávez García, que si no hubiera muerto durante una peste terrible que azotó a toda la República, pero principalmente al sur, quizá actualmente fuera uno de los generales de división, secretario de Guerra, quizá presidente de la República. Pues una de las gavillas de este bandolero cayó a media noche en Santa María. Eran unos 50 hombres, se repartieron por todo el pueblo; diez de ellos fueron a la casa del licenciado Abascal y rompieron un cuadro de la puerta de la calle.
Mi padre se levantó y apenas pudo ponerse los pantalones; no alcanzó a ponerse ni saco ni zapatos y les abrió para evitar males mayores. Se levantó también mi hermano mayor, Adalberto, que tenía apenas 14 años no cumplidos, y entre los dos atendieron a aquellas fieras. Saquearon una tiendita que teníamos a la entrada, en el pasillo de la casa, en la cual estiraba mi papá un poco los centavos. Entraron a la sala y se robaron lo que podían llevarse, lo demás lo patearon, lo destruyeron a culatazos, y luego quisieron entrar por la única puerta que se veía al fondo de la sala y que daba a la recámara de mi madre. Mi padre enarboló un cristo de bronce y les dijo: "Aquí no entran, ¡primero me matan!" Lo dijo con tal energía y con tal virilidad que aquellos hombres se quedaron estupefactos. Nada les hubiera costado darle un balazo, pero les cayó en gracia. No sé: los paralizó y el jefe de aquella gavilla dijo: "Bueno, está bien, nos lo llevamos, jálele; a ver qué tanto nos dan por su rescate".
Mi padre salió con ellos, lo más rápidamente posible para que quedara la casa a salvo; mi madre tenía una niña de brazos. Ya en la calle le dieron un caballo, le aventaron a mi padre un chicotazo, que no le dieron porque brincó a tiempo al caballo. Mi padre era todo un hombre de a caballo, de los mexicanos de aquella época, de los que ya no hay ejemplares, porque la Revolución Mexicana fue dirigida precisamente con ese objeto: desgastarnos, decapitarnos, desmexicanizarnos.
Los bandoleros se llevaron a mi padre y una hora después llegaban a San José del Monte. Allí desmontaron, los bandidos querían beber algo caliente. Mi padre había estado "disque" bebiendo de una botella de tequila o de aguardiente con que lo invitaban. Los bandoleros sí bebieron bastante, los jefecillos cuando menos. Total: estaban medio borrachos y no se dieron cuenta de que los prisioneros podían escaparse fácilmente. Éstos eran cinco o seis señores de Santa María. A uno de ellos, que había querido huir, lo habían matado en el mismo pueblo.
Mi padre, cuando vio la oportunidad, gritó: "Allí viene el gobierno", y reinó la confusión entre los bandoleros, y mi padre huyó y llegó a Santa María como a las seis de la mañana; con los pies sangrantes, pero feliz. Inmediatamente nos fuimos a Morelia, porque podían volver aquellas gentes.
Esta cita es un ejemplo estelar del valor de la historia oral para captar la subjetividad del protagonista, que revela lo que para él fue relevante, su propia interpretación de la importancia de sus decisiones, sus actos y su circunstancia.
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