Mexico and the World
Vol. 4, No 1 (Winter 1999)
http://www.profmex.org/mexicoandtheworld/volume4/1winter99/integracion_economica.html

INTEGRACION ECONOMICA Y MIGRACION DE TRABAJADORES MEXICANOS A ESTADOS UNIDOS: UN ENFOQUE SUBREGIONAL
 

Jesús Arroyo Alejandre
INTRODUCCION

En este ensayo exploramos las principales relaciones entre el proceso de integración de las economías de México y Estados Unidos con la migración de trabajadores mexicanos a ese país, desde una subregión que tradicionalmente a participado en este flujo poblacional, compuesta por cuatro ciudades medias (de alrededor de 100 000 habitantes cada una) localizadas en el estado de Jalisco: San Juan de los Lagos, Lagos de Moreno, Ciudad Guzmán y Tepatitlán. Los datos que utilizamos en este trabajo se obtuvieron mediante una encuesta realizada en 1993 a una muestra representativa de 3 328 migrantes a Estados Unidos, de los cuales 1 523 se habían reinstalado definitivamente en sus lugares de origen.
 
 

En la literatura reciente la mayoría de los estudios sobre migración consideran al país en su conjunto: los autores de ellos utilizan información de comercio exterior, inversión extranjera directa y otras variables para evaluar el grado de integración de las economías de los dos países e intentan analizar cómo dicha integración afecta los flujos migratorios.
 
 

Este enfoque agregado asume que existe cierta homogeneidad de las muchas subregiones en México, desde donde parten los trabajadores documentados e indocumentados al vecino país. En realidad existe en México una gran diversidad de subregiones con diferentes grados de integración a la economía del país y la internacional, particularmente con la de Estados Unidos; sus estructuras económicas son también distintas, puesto que algunas se orientan a los sectores primario y de servicios básicos, y sus poblaciones aún tienen niveles comparativamente bajos de desarrollo socioeconómico comparativo, se trata normalmente de regiones rurales o semirrurales. En el otro extremo, existen regiones urbanizadas, industrializadas, con un alto grado de integración a la economía estadounidense. Así mismo, la migración a Estados Unidos que se origina en las regiones mencionadas varía en volumen, en el perfil de los migrantes, su tipo de incorporación a los mercados de trabajo, tradición migratoria, etcétera, aunque todas comparten la característica de que es la carencia de empleo y de suficientes oportunidades de obtener mejores ingreso la causa de su emigración. En general, un aspecto de suma importancia es la diversidad de niveles socioeconómicos comparativos en tales subregiones. De ahí que los estudios que se realizan tomando en cuenta el país en su conjunto, arrojen con frecuencia generalizaciones imprecisas que pueden desorientar la política pública relacionada con la integración y esta migración.
 
 

El estudio del tema, es de particular interés si tomamos en cuenta que, según Alba y Garsón (1998: 9), en 1950 los trabajadores mexicanos representaban el 0.5 por ciento de la fuerza de trabajo en Estados Unidos y para 1990 alcanzaban el 4 por ciento en 1990, aunque, por supuesto, hay algunas regiones y sectores donde el porcentaje es mucho más elevado. Además, debido a que México firmó con Estados Unidos y Canadá un tratado de libre comercio sin precedentes, a pesar de la gran asimetría existente entre la economía del primer país y las de sus socios comerciales. Esta asimetrías la analizan Paracini y Thoreau (1998), quienes elaboraron el siguiente cuadro de variables seleccionadas al respecto.
 
 

Cuadro 1

PANORAMA DEMOGRAFICO Y ECONOMICO DE NORTEAMERICA, 1996


 
Canadá
México
Estados Unidos
Población (miles)
29 680
92 718
269 444
Crecimiento anual por 1000 habitantes*
11.8
19.7
8.7
Migración neta como porcentaje de la tasa de crecimiento total
58.0
- 44.0
35.3
       
Producto interno bruto (PIB) per cápita (nivel de precios y tipo de cambio de 1990) (dólares)
 
 

20 679


 
 

2 990


 
 

23 377

Precios al consumidor (cambio entre 1996 y 1995, porcentajes)
1.5
34.4
2.9
       
Comercio exterior (1995)      
Importaciones (nivel de precios y tipo de cambio de 1990)
211 067
77 007
966 677
Exportaciones (nivel de precios y tipo de cambio de 1990)
224 031
93 362
389 773
Comercio exterior como porcentaje del PIB
73.1
58.8
24.1
Formación del capital fijo bruto como porcentaje del PIB 21.4
14.6
17.6
Relación de empleo y población (porcentajes)
46.1
36.8
47.0
Costo del trabajo (costo de compensación como porcentaje del PIB) (1995)
 
 

54.9


 
 

31.1


 
 

60.2

Salario mínimo por hora (en dólares de 1997)
4.65
0.38
5.15

* México, 1990.

FUENTE: Tomado de Paracini y Thoreau (1998), quienes utilizaron información de National Accounts, OECD, 1997; Employmment Outlook, OECD, 1997; Labor Force Statistics, OECD, 1997.
 
 

INTEGRACION ECONOMICA Y MIGRACION

Se espera que el Tratado de Libre Comercio (TLC) acelere la integración económica a través del crecimiento del comercio y la inversión extranjera directa entre los socios. Para que ello suceda es necesario que México siga haciendo reformas estructurales en su economía orientadas a incrementar la productividad y competitividad para obtener ventajas del comercio exterior y del mercado norteamericano. De ser así, es de esperar una convergencia entre los socios comerciales en cuanto a las oportunidades de empleo y crecimiento de ingresos reales, principalmente los de México con relación a los de Estados Unidos y Canadá, lo que redundaría en una disminución de los incentivos que ahora tienen los mexicanos para emigrar. Massey (1998: 17), argumenta que la creación de un mercado libre norteamericano promoverá la emigración desde México porque el aumento del comercio y la infraestructura de comunicaciones y transportes facilitará la circulación de personas entre los países y acrecentará las redes de amistad y parentesco existentes, mediante el comercio, el turismo y la educación, por lo que las barreras a la migración se relajarán y ésta aumentará inevitablemente. Concluye, en términos generales, que el desarrollo promueve la migración internacional desde países en desarrollo hacia los desarrollados; no la reduce y, lo que es peor, se perpetúa en el tiempo porque operan dos procesos interrelacionados, uno a nivel de los individuos y otro a través de las redes sociales en que éstos se insertan. Por lo tanto, dice Massey, la política de Estados Unidos debe centrarse no en tratar de detener la migración, sino en obtener el mayor beneficio para la economía norteamericana y la de sus socios en el TLC. Sin embargo, este autor acepta que en el largo plazo el TLC puede promover el desarrollo de México y la migración podría reducirse. Massey no define el termino largo plazo.
 
 

Este mismo planteamiento lo encontramos en otro de sus trabajos publicado hace diez años (Massey, 1988), el cual, coincide con las conclusiones de otros ensayos, algunos de ellos realizados en los años sesenta y revisados por Rhoda (1979); en esa época, efectivamente, se observaba que en muchos países en desarrollo, cuando se experimentaba éste en las áreas rurales incentivaba la emigración desde ellas hacia las metrópolis. En esas décadas también tales países experimentaban crecimiento y desarrollo económicos con base en la sustitución de importaciones, la protección comercial del mercado interno y la industrialización concentrada en las metrópolis. Después de poco más de treinta años de crecimiento económico y de alcanzar cierto desarrollo, la hipótesis en cuestión ha perdido sustento. En el caso de México la realidad presenta varios "sistemas migratorios" internos; ya no predomina la migración rural-metropolitana, sino la urbana-urbana y aumenta la importancia de la metropolitana-ciudades medias, la urbana-semiurbana, etcétera. En todos los casos se podría demostrar que las subregiones que experimentan desarrollo económico atraen población, sean urbanas, semiurbanas e incluso muchas rurales. Parece que lo mismo ocurre en otros países en desarrollo. Por otro lado, la estrategia económica es distinta, se intenta alcanzar el crecimiento y el desarrollo a través de la industria de exportación y el crecimiento de la productividad y la competitividad con la apertura comercial y la liberalización de precios, para promover la competencia interna. También se experimenta una mayor integración regional a través de las comunicaciones y los transportes, aumentando el acceso a información regional sobre oportunidades de empleo y de incrementar ingresos. En suma, en el caso de la migración interna en México, con el desarrollo de las subregiones éstas no sólo retienen su propia población, sino que atraen la de otros lugares. Así, el nuevo modelo económico está propiciando una reestructuración industrial regional que acelera la convergencia de empleo e ingresos.
 
 

Como establecimos en otro trabajo:
 
 

...en la actualidad la tendencia hacia la internacionalización de las economías nacionales y subregionales que plantea la necesidad de aumentar la productividad agropecuaria y manufacturera, para hacer frente a la competencia mundial y aprovechar las oportunidades del comercio internacional, hace que el problema de investigación referente a la migración y desarrollo regional sea contrario al planteado implícitamente por Rodha y otros estudiosos de los años del auge de la economía de sustitución de exportaciones y de producción principal para los mercados internos: cómo estimular la emigración de áreas rurales con presión poblacional y economías agrícolas de autoabasto; y qué tipo de patrones de desarrollo regional son los más adecuados para inducir flujos migratorios de estas áreas hacia ciudades o asentamientos humanos, en tal forma que la productividad aumente tanto en regiones de origen como de destino. En este contexto, con respecto a la migración hacia Estados Unidos, el problema plantea la necesidad de realizar análisis subregionales para encontrar aquellos patrones de desarrollo más prometedores para retener mano de obra... e inducir estos flujos hacia ciudades medias nacionales y subregionales" (Arroyo, et al., 1991: 61-62).
Alba y Garsón (1988) realizaron una contrastación empírica de la hipótesis que nos ocupa, para algunos países de Europa. Ellos consideran que el nivel de integración determina el impacto en el desarrollo económico, en empleo y la migración; el primer nivel de integración formal son los acuerdos de libre comercio sin un libre movimiento de factores (por ejemplo, el TLC y los acuerdos de la Unión Europea con los países del Mediterráneo); el segundo nivel, corresponde a los países con acuerdos de transferencia de fondos a los nuevos miembros pero manteniendo barreras a la movilidad de mano de obra (por ejemplo, inclusión a la Unión Europea de otros países), y el tercer nivel es la integración económica y monetaria, que incluye la libre movilidad de factores.
 
 

Estos autores muestran que con un mayor nivel de integración se puede experimentar convergencia de empleo y los ingresos entre los países integrados y se reduce la emigración del país más pobre hacia el más desarrollado. Utilizando un indicador de intensidad de comercio entre Francia y España, los autores concluyen que, en efecto, se fue reduciendo la emigración de españoles a Francia a medida que la integración avanzaba, la inversión extranjera directa promovía el crecimiento del empleo y aumentaban las actividades de exportación. Lo mismo ocurrió con Portugal y Grecia, que de ser expulsores de población, junto con España, incluso se han convertido en países que reciben inmigración.
 
 

Alba y Garsón estudiaron con la misma metodología también la emigración de Polonia a Alemania y de México a Estados Unidos, donde encontraron que, aunque la intensidad del comercio entre Alemania y Polonia aumentó en el periodo de 1980-1994, también lo hizo la migración de polacos a Alemania hasta 1990 y se nota un reducción muy clara en el periodo 1990-1995. En el caso de la migración de México a Estados Unidos el comercio aumentó sobre todo a partir del TLC; antes de la entrada en vigor de éste el flujo migratorio se mantuvo constante de 1980 a 1988 y tuvo un incremento sustancial en el periodo 1988-1992 debido en parte a la "amnistía" otorgada a los emigrados a través de la Reforma de Control de la Inmigración (IRCA, por sus siglas en inglés). Esto se debe, dice Alba y Garsón (1998: 10), a que el desarrollo económico y los efectos de una nueva estructura política democrática, la capacitación de mano de obra y una masiva inversión extranjera directa, junto con la inversión de los migrantes de retorno en sus lugares de origen, no ha sido suficiente para revertir los flujos migrarios de México hacia Estados Unidos.
 
 

Por su parte, Marichal (1998: 9), con base en un examen histórico, establece que el inicio de libre comercio en la Comunidad Económica Europea en los sesenta al principio no redujo la emigración a los países más desarrollados, sino que la estimuló; pero el cambio se notó a finales de los setenta con la migración de retorno a España, Italia y Portugal, con el incremento de las oportunidades de empleo en esos países, la seguridad social y la inversión. Concluye que esta experiencia es importante para un análisis de política en el caso de América del Norte.
 
 

Es claro que en el caso de México existen diferencias con relación a los casos de España, Portugal y Grecia, una de las más importantes es la estructura de la población en cuanto a edades, crecimiento y distribución territorial. La población mexicana requiere crecimiento económico de al menos 5 por ciento anual que permita incorporar alrededor de 1 millón 200 mil nuevos demandantes de trabajo, tomando en cuenta las tasas actuales de participación de la mujer, que seguramente se incrementarán en el futuro cercano. Por otro lado, la distribución del ingreso en México es mucho más inequitativa que en estos tres países europeos, así como el acceso a la educación, la capacitación, la salud, etcétera, factores que en conjunto hacen que México ofrezca gran cantidad de mano de obra poco calificada a mercados que demandan trabajadores altamente calificados para desempeñarse en el sector exportador manufacturero. Esta discordancia en el mercado laboral, entre otros factores, representa un obstáculo al crecimiento económico en la estrategia de apertura y liberalización de mercados para alcanzar mayor productividad y competitividad.
 
 

A partir de lo anterior, podemos establecer que el problema es determinar en qué circunstancias y tiempo podrá México retener gran parte de su población trabajadora que ahora emigra a Estados Unidos. Comparando el caso mexicano con el de España podemos suponer que México requiere un esfuerzo mucho mayor para atraer suficiente inversión extranjera y aumentar su comercio exterior, así como una rápida reforma política y de muchas instituciones relacionadas con el desarrollo de recursos humanos, la capacitación y la productividad.
 
 

Integración económica subregional y migración

La principal integración de las ciudades que estudiamos con la economía de Estados Unidos es sobre todo a través del comercio que realiza Jalisco con este país, al que envía aproximadamente el 80 por ciento de sus exportaciones, porcentaje que seguramente mantienen así mismo las economías de tales ciudades; la otra faceta de su integración económica es la emigración, que redunda en el envio de remesas que impactan positivamente en las economías locales. Es importante señalar que el volumen de los flujos migratorios de estas áreas, su persistencia de probablemente más de un siglo, y el impacto económico de los migrantes de retorno, permiten análisis cuyos hallazgos pueden hacerse extensivos a muchas otras áreas de México. Respecto al impacto mencionado, son relevantes no sólo los ahorros que los migrantes traen consigo e invierten en actividades productivas, sino también los cambios de actitud y las aptitudes adquiridas en su experiencia laboral en Estados Unidos.
 
 

Respecto a la integración comercial se puede plantear una hipótesis similar, sólo que a nivel local las actividades exportadoras normalmente tienen impactos multiplicadores más intensos en dichas economías. El incremento en la actividad exportadora crea empleos en ramas internacionalizadas que se extienden a otras, según la integración económica local. En las ciudades medias (de 100 000 a 500 000 habitantes), por lo general, la exportación se desarrolla en pequeñas y medianas empresas manufactureras y agroindustriales, con importantes encadenamientos productivos en esos lugares. Por ello, presumiblemente, el aumento en la actividad exportadora reduciría de manera importante la emigración de ellas y sus áreas inmediatas de influencia socioeconómica.
 
 

Para contrastar esta hipótesis relacionamos, a través de un modelo de regresión múltiple, la migración de primera salida durante los once años anteriores a 1993 (variable dependiente) con la relación de salarios mínimos México-Estados Unidos rezagados un año (RESAL); con las exportaciones de Jalisco (XJAL) también rezagadas un año, como una variable proxi de las exportaciones de las ciudades, y con el empleo, también rezagado un año, en las ramas industriales internacionalizadas, es decir aquellas que consideramos realizan las principales exportaciones desde esas ciudades. El rezago de un año, es porque suponemos que la emigración responde a la relación de salarios, a las exportaciones y al empleo en las ramas internacionalizadas con un año de retraso. Este supuesto es mejor que el de considerar que la migración responde simultáneamente a los cambios en las mismas variables. Aunque el primer supuesto es de alguna manera arbitrario, su fundamento es de sentido común: hay una respuesta retardada de los migrantes potenciales a los cambios que observan en las oportunidades de percibir mejores salarios en Estados Unidos y del empleo en sus lugares de origen.
 
 

Los resultados de emplear este modelo se presentan en el cuadro 2. El modelo es estadísticamente significativo, lo cual quiere decir que existe una relación importante entre la migración y las variables consideradas, de las que la más importante es la relación de salarios mínimos México-Estados Unidos con un signo positivo; en otras palabras, a mayor salario relativo en Estados Unidos mayor migración, y viceversa. Lo mismo sucede con las exportaciones, aunque su influencia en la emigración es menos importante que la relación entre salarios; en cambio, el empleo en las ramas internacionalizadas se relaciona estadísticamente de manera significativa, aunque su influencia no es relevante en la determinación de la migración, su signo negativo es un hallazgo interesante que nos indica que el aumento de empleo en las ramas internacionalizadas o de la exportación disminuye la emigración o viceversa.
 
 

Debemos tomar en cuenta que estas observaciones no incluyen todavía los efectos del TLC ni la intensificación del comercio exterior a partir de 1993, pero sí las políticas de apertura iniciadas a mediados de los ochenta.

Cuadro 2

COEFICIENTES DE REGRESION PARA LA EMIGRACION DE CUATRO CIUDADES

DE JALISCO A ESTADOS UNIDOS

VARIABLES COEFICIENT E B VALORES DEL ESTADISTICO t
RELSAL (-1) 16.983053 2.751899
XJAL(-1) 0.2831959 3.1110251
POVI(-1) -0.0683246 -2.5819351
     
Constante 209.5366 2.360879
     
R Cuadrada 0.821086  
R Cuadrada 0.744408  
DURBIN-WATSON 2.021931  
Estadístico F 10.70829  
N 11  

P < = 0.05.

RESAL(-1): Relación de salarios mínimos Jalisco-Estados Unidos (rezagados un periodo).

XJAL(-1): Exportaciones totales de Jalisco (rezagadas un periodo).

POVI(-1): Población ocupada en las ramas más internacionalizadas de Jalisco (rezagada un
periodo). Las ramas incluidas son alimentos, tabaco, bebidas, textiles, vestido,
química, hule, plástico, productos minerales no metálicos, metales básicos, maquinaria y equipo.

El signo positivo de las exportaciones y la relación entre salarios tienen que ver con la relación directa que existe entre la subvaluación del peso respecto del dólar como causa principal del aumento de las exportaciones y que al mismo tiempo hace variar la relación de salarios mínimos México-Estados Unidos, con lo cual el salario norteamericano resulta mucho más atractivo.
 
 

Debemos destacar, de acuerdo con datos de la muestra, el valor de la constante del modelo de regresión, que es 209 (migrantes anuales de primera salida con origen en alguna de las cuatro ciudades), la cual se interpreta como el número de emigrantes que se trasladarían aunque las variables independientes tuvieran un valor de cero. Esto se puede entender como el flujo inercial de movimientos de personas, relacionados más bien con las redes de amistad y parentesco en Estados Unidos; aunque en este caso probablemente se deba a una migración tradicional, compuesta incluso por individuos con doble nacionalidad o norteamericanos de origen mexicano que residen en las ciudades estudiadas. En realidad puede tratarse de la llamada población "binacional", que ha sido poco estudiada y que para muchas zonas del occidente de México puede tener un volumen significativo. Son personas que viven y trabajan indistintamente en México o en Estados Unidos, tienen categoría de emigrados en este último país o son norteamericanos.

FUENTE: Elaboración propia con base en datos del Banco de México.
 
 
 
 

Podemos argumentar que el signo positivo en las variables de relación salarios mínimos y exportaciones se debe a la influencia del tipo de cambio en ellas. Si observamos la gráfica 1 nos daremos cuenta de que el crecimiento de las exportaciones se produce en periodos de subvaluación del peso respecto del dólar, y cuando éste es el caso, el crecimiento económico se reduce. En los periodos de ajuste de la economía, al devaluarse el peso, la economía de México experimenta inflación y recesión, que favorecen el crecimiento del sector exportador, más competitivo debido a dicha subvaluación.
 
 

La subvaluación del peso hace mucho más atractivo el salario mínimo relativo norteamericano, así como la emigración desde las ciudades estudiadas, como se corrobora en la gráfica 2. De la observación de las gráficas 1 y 2 podemos inferir que los periodos en que se ha mantenido subvaluado el peso la migración aumenta casi al mismo ritmo que la relación de salarios mínimos y aumenta la actividad exportadora, lo que explica el signo positivo en nuestras variables relación de salarios mínimos y exportaciones. En otros términos, el tipo de cambio es determinante en el crecimiento económico del país y de subregiones como la estudiada, así como en los volúmenes de migrantes a Estados Unidos. De lo anterior, podemos inferir que al menos hasta 1993 no se observan cambios estructurales que hayan incidido en la productividad y la competitividad, de manera que el crecimiento de las exportaciones dependan menos del tipo de cambio. Aun sin esta reestucturación, tanto el país como Jalisco, y particularmente algunas subregiones del estado, aumentaron su actividad exportadora;

no sabemos hasta qué punto se han dado cambios estructurales en años recientes que permitan mantener el crecimiento exportador sin depender del tipo de cambio. Cuando esto suceda seguramente en nuestro modelo encontraríamos una relación negativa entre emigración y crecimiento del sector exportador. En tales circunstancias, las subregiones más integradas a la economía internacional, sobre todo a las de Estados Unidos y Canadá, tenderían a retener su población a medida que se incentive el empleo local y permanezca estable el tipo de cambio peso-dólar norteamericano.
 
 

FUENTE: Encuesta de Migración a Estados Unidos, Ineser-Universidad de Guadalajara, 1993.
 
 
 
 
 
 

Sin dejar de reconocer las limitaciones de este análisis, principalmente en lo que se refiere al uso de las exportaciones de Jalisco a Estados Unidos como proxi de las exportaciones de las ciudades en estudio, nuestro modelo indica que a nivel subregional la situación es diferente que a nivel nacional, lo que permite observar que el "largo plazo" a que se refiere Massey (1998) para que la integración y el desarrollo pueda retener migrantes, depende del grado en que las subregiones desarrollen su sector exportador, de la integración de éste a las ramas económicas locales y de la estabilidad del tipo de cambio. Desde luego, conocemos la importancia de las ramas económicas orientadas al mercado interno, que también deben reestructurarse para aumentar la productividad y competitividad, para hacer frente a las importaciones provenientes de los socios comerciales de México.
 
 

Impactos de la migración de retorno y las remesas en

los lugares de origen
 
 

Con datos de la Encuesta Nacional sobre Dinámica Demográfica (ENADID) 1987-1992, Verduzco y Unger (1998), consideran que el 16.9 por ciento de los municipios mexicanos tenían migrantes en Estados Unidos, en un rango del 7 al 24.9 por ciento de las respectivas poblaciones económicamente activas. En el caso del occidente del país, región con una amplia tradición migratoria, el 59 por ciento de los municipios tenían esta característica; le sigue la región norte con el 28.5 por ciento de sus municipios, y a ésta la región frontera, con el 26.7 por ciento de sus municipalidades. Esta información es un indicador de la importancia del número de trabajadores que emigran a Estados Unidos y de las diferencias entre subregiones.
 
 

Los estudios, incluyendo nuestra encuesta en las cuatro ciudades pequeñas de Jalisco, muestran tres cambios importantes en la migración de retorno: a) quienes en su lugar de origen se dedicaban a las labores agropecuarias a su regreso se emplean en el sector servicios, la construcción y la industria manufacturera, en ese orden de importancia; b) de ser trabajadores asalariados antes de emigrar al regresar se incorporan a actividades no asalariadas, normalmente creando su propio empleo: en el estudio de las cuatro ciudades, Papail (1996) encuentra que cerca de un tercio (34.3 por ciento) de quienes eran asalariados antes de emigar del periodo de 1975-1984 crearon su propio negocio y se autoemplearon, empero de los migrantes del periodo de 1990-1993 apenas el 23 por ciento transformaron su estatus laboral. Papail resalta otro hallazgo: los migrantes de retorno más reciente tienen mayor dificultad para autoemplearse, debido tal vez a la crecientemente difícil sobrevivencia de micronegocios en las ciudades estudiadas por la competencia interna y externa y porque es necesario tener un capital cada vez mayor para iniciarlos, y c) suponemos que los migrantes que recien regresan tienen diferentes aptitudes y actitudes para y ante el trabajo adquiridas en Estados Unidos, por lo que tratan de autoemplearse. Sus nuevas actitudes y capacitación favorecen de varias maneras su desarrollo personal y económico, así como el de los lugares de origen donde se reincorcoporan a la vida productiva. A pesar de esto, muy pocos estudios se enfocan a este aspecto de suma importancia como impacto económico de la migración de retorno. El supuesto del cual parten es que los exmigrantes son competitivos en cualquier rama que se reincorporen. Puesto que emigran, conforman una población autoseleccionada normalmente de aquellos con mayor nivel educativo y de capacitación de sus lugares de origen, especialmente si los orígenes son rurales.
 
 

Respecto al impacto de las remesas, Massey et. al (1996) consideran que éstas, aunque se gasten en consumo, tienen efectos multiplicadores en la producción a nivel nacional y de las regiones donde se gastan o invierten. Sabemos que la mayor parte de las remesas -aproximadamente el 90 por ciento- son utilizadas para la manutención de la familiar y sólo un 10 por ciento en inversión productiva. A pesar de esto, los autores consideran que las remesas en su conjunto tienen un efecto multiplicador en la economía. Calculan que para 1994, de manera conservadora, entrarían al país dos mil millones de dólares en remesas. Utilizando la matriz de contabilidad social, calculan el multiplicador de dichas remesas de la siguiente manera: por cada dólar se obtendrían 2.9 dólares de producto interno bruto, aproximadamente seis mil millones de dólares en ese año, lo que representa el 3 por ciento del PIB de México. Los autores estiman multiplicadores a nivel de subregiones que seguramente dependen del grado de diversificación económica de aquellas donde se gastan o invierten los dólares que envían los migrantes.
 
 

A partir de nuestros estudios en Jalisco, particularmente el de las cuatro ciudades, dado el predominio económico de la zona metropolitana de Guadalajara en una amplia región del occidente de México y su alto grado de diversificación económica, podemos suponer que los efectos multiplicadores de las remesas utilizadas en muchas subregiones y microrregiones del occidente son mayores en la metropoli jalisciense.
 
 

Podemos estimar las actuales remesas en aproximadamente cuatro mil millones de dólares anuales, según estimaciones de Corona (1996 ; citado en Unger, 1998 ) y del Banco de México, éstas ascienden a 3 867 millones 3 672 millones de dólares, respectivamente, para 1995.
 
 

Pero también existen efectos multiplicadores de las remesas en la propia economía norteamericana por el mismo concepto de gasto de ingresos generados por los trabajadores migrantes mexicanos. Siguiendo la lógica de Massey et al. (1996) y tomando en cuenta que la mayoría de estudios coinciden en que aproximadamente el 60 por ciento del ingreso de tales trabajadores se gasta en Estados Unidos en bienes y servicios, podemos estimar que cerca de tres mil millones de dólares tendrían efectos multiplicadores en la economía norteamericana si suponemos, en forma realista, que la mayoría de empleadores pagarían lo doble a trabajadores norteamericanos por realizar las mismas actividades que los inmigrantes de origen mexicano. El excedente podría considerarse como inversión adicional de los empleados estadounidenses, por lo que probablemente los efectos multiplicadores directos e indirectos son mayores en Estados Unidos que en México.
 
 

En el caso del estado de Jalisco estimamos las remesas de los trabajadores jaliscienses a través de la Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México 1993-1994 (Colef, 1997). Para el periodo 1993-1994, 47 337 jaliscienses declararon haber emigrado a Estados Unidos por motivos de trabajo; si asumimos que podría existir otro migrante por cada uno de éstos, con base en que la mayoría de ellos tienen uno o más parientes o amigos que los ayudan en aquel país, 94 674 trabajadores enviarían remesas a Jalisco en ese año. Tomando en cuenta que los resultados de muchos estudios señalan que en promedio cada migrante envía aproximadamente 300 dólares al mes, estimamos que son 341 millones de dólares anuales los que entran a la economía jalisciense, equivalentes casi al 100 por ciento de las exportaciones de Jalisco en ese año reportadas por la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial (Secofi).
 
 

Según Papail (1996), en el caso de las ciudades estudiadas, los migrantes que regresaron en el periodo 1990 -1993 utilizaron el 16 por ciento de sus ahorros en inversión, mientras que quienes volvieron entre 1985 y 1989 destinaron a este rubro el 20 por ciento, puesto que en este último periodo el peso se encontraba subvaluado respecto del dólar, por lo que los dólares con mayor valor relativo se utilizaron en mayor su mayor parte en inversión productiva. Por otro lado, el autor encuentra que uno de cada diez no asalariados exmigrantes emplearon mano de obra en micro y pequeñas empresas, 85 por ciento de las cuales funcionan con uno o dos empleados (el 3.4 por ciento empleaban cuatro o más asalariados). Se puede inferir de su estudio que en conjunto los exmigrantes no asalariados que incursionarion en negocios crearon empleos directos equivalentes al 3 por ciento de la población económicamente activa de las cuatro ciudades.
 
 

Conclusión

No se puede afirmar categóricamente que la integración económica aumente la migración ni que el desarrollo económico también lo hace en el corto plazo. Es necesario antes definir cuál es ese "corto plazo". Mi argumento es que las diversas

subregiones del país tienen diferentes niveles de integración y desarrollo económico y, por supuesto, estructuras productivas distintas; por ello independientemente del periodo de que se trate, en algunas se experimenta aumento o disminución de la migración a Estados Unidos. Es posible demostrar que México en su conjunto podría retener gran parte de sus trabajadores que emigran al país vecino si pudiera atraer inversión extranjera y fondos compensatorios para el desarrollo de subregiones comparativamente más pobres, como los que la Unión Europea canaliza a sus países miembros, ambos destinados al crecimiento y desarrollo económico de las regiones promisorias en la actividad exportadora de productos y servicios, favoreciendo así el empleo regional y los movimientos de población internos hacia áreas urbanas o semiurbanas de mayor productividad.
 
 

Tal vez las aptitudes y actitudes que los exmigrantes adquirieron en Estados Unidos son más importantes para la economía de los lugares donde se reintegran que las propias remesas, aunque se debe reconocer la importancia de las mismas y sus efectos multiplicadores en las economías locales. Para conocer éstos con mayor precisión se requieren estudios que traten este aspecto.
 
 

Los efectos multiplicadores originados en el gasto de las remesas en los lugares de origen rurales de los exmigrantes seguramente son mayores en las zonas urbanas diversificadas que centralizan las funciones socioeconómicas.
 
 
 
 
 
 

Referencias

Alba, Francisco y Jean-Pierre Garson, "The issue of convergence of migration policies in free trade areas with the process of economic integration", Seminar on Migration, Free Trade and Regional Integration in North America, Mexico City, OECD, 15-16 January 1998.
 
 

Arroyo Alejandre, Jesús y Jean Papail, L´emigration mexicaine aux Etats-Unis: la migration d´origen urbaine et le développement regional dans le Jalisco (1975-1995), Collection Population, L´harmattan , París, 1998.
 
 

Arroyo Alejandre, Jesús, Adrián de León Arias y Basilia Valenzuela Varela, Migración rural hacia Estados Unidos. Un estudio regional en Jalisco, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 1991.
 
 

Durand, Jorge, Emilio A. Parrado y Douglas S. Massey, "Migradolars and development: A reconsideration of the Mexican case", International Migration Review, Vol. XXX, núm. 2, Summer 1996, pp. 423-444.
 
 

Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica, Aguascalientes, 1992.
 
 

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