Introducción
La ultima década se caracterizó por incesantes cambios. Hasta las estructuras mas enraizadas y las economías mas poderosas experimentaron transformaciones que nadie anticipó. Símbolos trascendentales de la historia contemporánea, como el Muro de Berlín, cedieron ante el peso del cambio que sobrecogía al mundo. La Unión Soviética dejo de existir y se ha venido fragmentando, cambiando no solo el mapa geopolítico del mundo, sino la composición de la economía europea y, con el tiempo, seguramente se transformara la de todo el mundo. Los factores clave del desarrollo económico igualmente atraviesan por profundos procesos de redefinición, que poco a poco van modificando la naturaleza entera de las economías nacionales.
En todo este proceso de cambio, México no ha sido una excepción. La reforma económica que se inició a mediados de los ochenta empieza a arrojar resultados favorables en términos de empleo, crecimiento y niveles de vida. Aunque el camino de la recuperación económica, previsiblemente, será largo por las complicaciones y dificultades naturales de lo que representa la virtual construcción de una nueva estructura económica, la rapidez del cambio tanto en México, como en el resto del mundo ofrece oportunidades de desarrollo que no existían en el pasado. Es por ello que resulta necesario repasar algunos de los principales acontecimientos que han tenido lugar en el mundo, en los ámbitos tanto político como conocimos, para situar el nuevo contexto en que se desenvuelve nuestro país.
La Crisis Económica de los Ochenta
Tras una decena de años de excesos en las finanzas públicas, sobre una economía por si débil por el proteccionismo y la sobrerregulación, la imposibilidad de lograr una recuperación económica termino por imponerse a partir de 1982. Esta condición no fue exclusiva para México. En la década de los ochenta las presiones impuestas por la economía mundial llevaron a un gran número de países a alejarse del modelo del Estado benefactor y de sus recetas keynesianas de gasto deficitario para combatir el desempleo. En su lugar, se ha optado por tomar algunas medidas en la línea de la llamada nueva ortodoxia.
Comenzando por Gran Bretaña y Estados Unidos, seguidos de Francia, España, Australia y ahora los Paises del bloque socialista, entre otros, todos ellos están cambiando sus estrategias de política económica, lo cual implica que han tenido que reestructurar, en mayor o menor medida, los pactos sociales que se habían establecido desde la Segunda Guerra Mundial. Para estos países se ha roto el consenso basado en el pleno empleo y el Estado benefactor y, para que los gobiernos sigan siendo legítimos, se ha requerido que sienten las bases estructurales de desarrollo a largo plazo. Los nuevos pactos han tenido que encontrar un equilibrio de intereses políticos, sociales y económicos en torno a la productividad y la eficiencia de la economía, imperativo impuesto por la economía internacional.
En México, la decisión de modificar el rumbo económico del país, sobre todo a partir de 1985, respondió a la necesidad de recuperar el crecimiento económico y consolidar nuevamente la estabilidad política, a pesar de que se afectaran intereses creados. Desde entonces resulto claro que las políticas económicas no podían responder solo a satisfacer intereses a cambio de apoyo, ya que los costos económicos y eventualmente los políticos terminarían siendo altísimos. Esta es la racionalidad que esta detrás de la liberalización de la economía y la apertura comercial, mediante las cuales se busca utilizar al mercado como mecanismo para regular el crecimiento económico y las relaciones económicas internacionales. Para ello, ha sido necesario redefinir las dimensiones fundamentales de lo publico y lo privado, poniendo en orden a un gobierno demasiado grande e ineficiente para cumplir las funciones propias de soberanía nacional y justicia social que el régimen mexicano revolucionario se propuso en sus comienzos. Sin embargo, la modificación de las reglas en la gestión pública esta cambiando las formas tradicionales de relación entre las organizaciones sociales y las agencias del gobierno. De este modo se están transformando las estructuras políticas, sindicales y empresariales del país.
En la medida que la economía nacional se liberaliza y se abre más al exterior, se le resta autonomía al gobierno para definir su política económica de acuerdo a las necesidades del momento, y se mina la fuerza política de los grupos organizados que anteriormente demandaban privilegios económicos a cambio de apoyo político. Por el contrario, están surgiendo movimientos y organizaciones sociales que impulsan sus demandas al margen de los canales corporativos oficiales por considerarlos demasiado verticales y poco efectivos. Por ejemplo, existen demandas por la democratización interna de los sindicatos, las cámaras empresariales y las organizaciones campesinas, así como una búsqueda de mayor autonomía del gobierno para resolver sus asuntos. Es así que los canales tradicionales de conciliación de conflictos de interés han dejado de ser efectivos para lograr el orden social.
El Cambio de las Definiciones más Fundamentales
A lo largo de las ultimas décadas, ha venido avanzando un proceso de integración económica que está involucrando, con mayor o menor velocidad, a todas las naciones del mundo. Hoy en día la prioridad para casi la totalidad de los gobiernos, incluyendo aquellos que habían permanecido profundamente aislados de los grandes flujos de comercio como la Unión Soviética, China y los países de Europa del Este- es su inserción en el mercado mundial, puesto que es esta la única manera de asegurar el crecimiento sano de su economía. Por esta razón, en la actualidad existe la tendencia a defender cada vez más, los intereses nacionales en términos de menor intervención estatal en la economía aun en las áreas anteriormente consideradas como estratégicas-, mayor cooperación económica y movilidad de flujos de capital y de trabajo. Con el transcurso del tiempo, la lógica del mercado y la globalización de los procesos productivos probablemente vendrán a derrumbar las barreras ideológicas -al menos en lo que a la actividad económica se refiere- entre los diversos gobiernos y tipos de sistema político, tal como esta ocurriendo actualmente con los países del bloque socialista, y el entorno mundial se caracterizara cada vez más por la internacionalización, no solo económica sino también política.
El proceso de globalización de la economía mundial esta modificando las instituciones que conforman al sistema político de cada país, lo cual obliga a replantear el concepto tradicional de la soberanía. El concepto de soberanía nace precisamente como una característica del Estado nacional, respondiendo a una exigencia política especifica: la unificación y concentración del poder en una sola instancia. El Estado nacional -producto de las luchas entre el rey, el imperio, la iglesia y los señores feudales- se diferencia del Estado medieval por detentar el monopolio de la fuerza y la potestad absoluta de crear las leyes. Es decir, es un Estado soberano en el sentido de que detenta el poder -legal y coercible- en forma exclusiva y no esta subordinado a ninguna otra instancia interna o externa. Con el transcurso del tiempo, sin embargo, el gobierno como centro único de poder se fue debilitando. Primero, por la democratización de la política interna que hizo de la unidad del Estado un proceso inacabado y sujeto a la renovación continua del pacto social. Después, por la crisis del Estado benefactor, con la que se demostró la incapacidad de los gobiernos y aparatos burocráticos para dirigir con éxito los procesos económicos, haciendo manifiesta la necesidad de utilizar los mecanismos de mercado para organizar la economía de un país y sus relaciones económicas internacionales.
No obstante, lo que verdaderamente esta modificando la naturaleza de los sistemas políticos tradicionales y al concepto mismo del Estado y, por lo tanto, la forma de concebir la soberanía, es la nueva dinámica del mercado mundial. El establecimiento de comunidades y alianzas económicas entre países, el incremento de los flujos internacionales de capital, la creciente globalización de los procesos productivos y comerciales, la internacionalización de la fuerza del trabajo y de la información, implican procesos políticos y económicos que no son controlados por el tradicional Estado soberano. Esta creciente interdependencia ha venido a limitar la posibilidad de que los gobiernos definan sus políticas económicas autónomamente y sin tomar en cuenta los imperativos económicos internacionales.
Así, nuevas estructuras económicas y políticas están emergiendo, mientras que las antiguas se están transformando. Existe, sin embargo, un elemento del poder soberano que no ha cambiado desde que surgió el Estado moderno, y este es la facultad de crear las leyes y detentar el monopolio de los instrumentos legales de violencia. Los alcances de dicho poder son los que se van transformando. El concepto de soberanía esta unido a la teoría del Estado y de las relaciones internacionales, de ahí que cuando la naturaleza del Estado y el contexto de la política mundial cambian, necesariamente el concepto cambia también de soberanía.
Para el México de hoy, el debate en torno a la soberanía es fundamental no solo porque la interpelación económica con Estados Unidos es mayor en varios niveles: comercial, financiero, de inversiones, de circulación creciente, de fuerza de trabajo-, sino también y sobre todo porque en estos momentos, un acuerdo comercial con los vecinos del norte bien podría representar para México la manera de asegurar el crecimiento sano de la economía, el flujo de capitales y la puerta al mercado mundial y, a través de estos, garantizar el bienestar de su población. Este tema es crucial porque ahí se conjugan no solo los factores económicos con los políticos, sino también los que tienen que ver con la identidad, la forma de gobierno, el nacionalismo y todos los valores que los sustentan.
Las Tendencias Económicas y Comerciales
El contexto global en el que ha venido operando la economía mexicana y en el que habrá de hacerlo, necesariamente de manera creciente, es el momento de un proceso histórico que, en sus etapas mas recientes, data del final de la Segunda Guerra mundiales por ello importante repasar brevemente las tendencias económicas y comerciales que han tenido vigencia a partir de l945, e incluso intentar proyectarlas a los anos por venir.
Seis tendencias sobresalientes caracterizan y liderean el cambio que esta teniendo y lugar en el mundo en los últimos años:
1. El extraordinario crecimiento del comercio internacional y la internacionalización de las economías. |
2. El resurgimiento de Japón y Alemania como potencias económicas y el impresionante desarrollo de países como Corea del Sur, Taiwan, Hong Kong y Singapur. |
3. La globalización en los procesos de producción y comercialización. |
4. La conformación de tres grandes bloques comerciales: Norteamérica, Europa y el de los países asiáticos de la Cuenca del Pacifico. |
5. Las transformaciones en los países de Europa del Este y la desaparición de la Unión Soviética. |
6. El replanteamiento del papel del gobierno en relación a los procesos económicos. |
El Cambio Económico
Durante la segunda mitad de la década de los anos cuarenta y toda la de los cincuenta, se observaron a nivel mundial características bien definidas en lo referente a economía, comercio y política.
El poder económico estaba concentrado en los países industrializados de Norteamérica y Europa Occidental, vencedores en la Segunda Guerra Mundial. Estos países -todos ellos capitalistas- compartían los mismos intereses económicos, aceptaban explícitamente el liderazgo de Estados Unidos y tenían establecidas pocas barreras al comercio. Los sistemas mundiales en materia monetaria y de comercio estaban regulados por los acuerdos de Bretton Woods y por el GATT, respectivamente. Tenía plena vigencia el multilateralismo, y el libre comercio era considerado una condicionante importante para el mantenimiento de la paz.
Los países socialistas constituían un bloque político monolítico y un sistema económico prácticamente cerrado, en relación al resto del mundo. La guerra fría estaba en su apogeo.
Los países de lo que mas adelante habría de denominarse "Tercer Mundo" funcionaban como proveedores de materias primas a los países industrializados de Occidente. De sus incipientes plantas industriales, las porciones mas modernas eran propiedad extranjera.
En Japón y Alemania Federal se daban procesos muy intensos de reconstrucción con ayuda norteamericana.
En Estados Unidos tenia vigencia operativa la doctrina keynesiana de la intervención gubernamental para la protección del empleo.
En la década de los anos sesenta, aunque en lo sustancial permaneció vigente el orden mundial anterior, se apreciaron algunos cambios de importancia. Fue una década de sostenido crecimiento económico global durante la cual, Japón y Alemania Federal resurgieron como potencias económicas, los países socialistas se abrieron en cierto grado al comercio con las naciones de Occidente y se avanzo hacia la integración económica de Europa.
A principios de la década de los anos setenta terminó en los hechos la vigencia de los acuerdos de Bretton Woods, el liderazgo de Estados Unidos fue cuestionado, en tanto que muchos de los países en desarrollo ponían de manifiesto su inconformidad con el papel que habían venido desempeñando, como proveedores de materias primas e importadores de productos manufacturados. Con todo, la década de los anos setenta fue de crecimiento económico generalizado, aunque no en las proporciones observadas en la anterior. Fue la década de la inflación mundial, de la escasez del petróleo y del endeudamiento excesivo de los países en desarrollo.
Los años ochenta fueron de prosperidad para todos los países que reformaron sus economías, así como para los mas desarrollados económicamente, en tanto que lo fueron de retroceso para las naciones endeudadas del tercer mundo que no llevaron a cabo una transformación económica acelerada. Para el caso de muchos países de América Latina que optaron por no modificar sus estructuras económicas, se dice que esta fue la "década perdida". La reforma económica se convirtió en el paraguas histórico más importante de la década, porque dividió a las naciones del continente (y, en muchos sentidos, del mundo) entre los que enfrentaban sus problemas y los que se desgarraban por los viejos conflictos y modos de hacer las cosas. Lo que para unos fue la década perdida, para otros fue el principio de un renacimiento.
Durante los últimos 30 anos, la tendencia mas importante a nivel mundial en lo relativo a la economía ha sido la globalización, esto es, la transformación de un conjunto de economías nacionales interdependientes en una sola economía global con procesos de producción y comercialización distribuidos por todo el mundo, en función de ventajas comparativas y competencia a nivel global. Es necesario constatar que cuando los países mas avanzados de entre los subdesarrollados, como aquellos que supieron leer oportunamente los signos de los tiempos y aprovechar la ocasión para asegurar su participación en la nueva economía global -Corea del Sur, Taiwan, Hong Kong y Singapur, por ejemplo- competían agresivamente para ofrecer la mejor calidad al menor precio posible en el mercado internacional, en México la planta productiva se volvía cada vez menos eficiente en virtud del proteccionismo indiscriminado.
La globalización de los procesos de produccion y comercializacion se ha visto acompañada de y generalmente ha dado lugar a otras tendencias vigentes a nivel mundial, entre las que cabe destacar las siguientes:
1. El crecimiento del sector servicios. |
2. La importancia creciente de los factores tecnología avanzada y mano de obra altamente calificada, y el decremento en importancia en las composiciones de los costos de producción de los factores mano de obra no calificada y materias primas. |
3. El papel crucial asumido por el factor tecnología en la competencia a nivel internacional. |
4. La demanda creciente de personal técnico y administrativo con muy alto grado de capacitación. |
5. La creciente importancia de las ventajas comparativas creadas (educación, infraestructura, tecnología, etcétera) en relación a las ventajas naturales (ubicación geográfica y disponibilidad de materias primas, por ejemplo). |
6. El surgimiento de la Cuenca del Pacifico como el teatro de operaciones, con el mas acelerado crecimiento en lo relativo al comercio internacional. |
Mientras que en el mundo occidental tenían lugar estos cambios, las economías de los países del bloque socialista manifestaban cada vez más problemas e ineficiencias debido a la centralización política y, sobre todo, a la exacerbación de las distorsiones que resultaron de la planificación central en lo económico. Percibiendo correctamente lo anterior, e intentando contener el problema y reconstruir la economía soviética, Mijail Gorbachov anuncio en 1985 el programa conocido como Perestroika. La dificultad tan extraordinaria de lograr introducir cambios en la estructura de la economía, lo llevo a lanzar un programa de apertura política con el objetivo de generar apoyo popular para el programa de reforma. Como hoy sabemos, la llamada Glasnost, el proyecto político, acabo minando la estructura política de control del Partido Comunista, sin que la Perestroika surtiera los efectos esperados, en gran medida porque nunca incluyo un esquema de política económica que fuese sostenible. Los soviéticos acabaron empobreciéndose y la industria dejo de funcionar. En 1991 dejo de existir la Unión Soviética, conformándose el mayor cambio político del siglo, al separarse las diversas repúblicas que antes habían sido parte de esa superpotencia.
Las circunstancias políticas y económicas de los distintos países de Europa del Este antes del colapso de la URSS eran muy diversas, por lo que no es de extrañar que cuando en 1989 optaron por la transformación radical de sus sistemas políticos y económicos -o fueron arrastrados a ello- los procesos hayan sido diversos en sus formas y en sus resultados. En los casos de varios de estos países -así como en los de varias de las repúblicas que surgieron o renacieron de las ruinas de la Unión Soviética- la amenaza de guerras entre etnias distintas es muy real. Aunque los procesos de reforma han avanzado con gran celeridad en varias de estas naciones, todavía es incierto el destino económico de muchas de ellas. Algunos países lanzaron esquemas extraordinariamente ambiciosos de reforma -en particular Polonia y Rusia en 1992- para luego acabar debilitándolos por las enormes presiones que resultaron de los intereses afectados. Otros países, como Hungría, fueron mas cautos en su proceso de reforma, pero tampoco han logrado avances extraordinarios. Finalmente, algunas naciones como Checoslovaquia combinaron un proceso de cambio gradual con esquemas muy ambiciosos de privatización de la economía. Las cifras de comercio exterior de muchos de estos países muestran avances muy significativos, lo que sugiere que las reformas, a pesar de las vicisitudes, avanzan por buen camino, al menos en las naciones europeas. Para México, muchas de estas naciones van a representar importantes competidores en los mercados mundiales, particularmente porque serán igualmente productores de bienes manufacturados no muy sofisticados, fabricados por trabajadores con salarios relativamente bajos. Es de esperarse que las naciones de la Europa Oriental continúen persiguiendo una vigorosa interacción comercial con la Comunidad Económica Europea, por lo que previsiblemente serán todavía mas formidables competidores de los otros países en desarrollo -como México-, para la obtención de financiamiento y la capitación de inversión extranjera.
Durante los últimos anos había quedado muy claro que de todos los países de la Comunidad Económica Europea, el de mayor peso especifico era Alemania Federal, posición que, a la larga, habrá de quedar notablemente reforzada con la plena unificación alemana.
La Transformación del Papel del Gobierno en la Economía
Como se planteaba al inicio del capitulo, el proceso de transformación de la estructura económica mundial ha estado acompañado por nuevas concepciones y cambios en lo que se refiere al papel del gobierno en la economía. Asimismo, las transformaciones que están sufriendo algunos países, en especial los del Este europeo, también están acompañados por nuevas posturas con respecto a la intervención gubernamental en el proceso económico. Ante esto, una pregunta fundamental a la que continuamente se enfrentan diferentes países se refiere a que tanto la intervención gubernamental promueve el crecimiento y la competitividad de la industria nacional.
El debate sobre el papel del gobierno en la economía se ha fundamentado básicamente en dos posturas. Por un lado, los que afirman que el sistema de precios no es suficiente para hacer eficiente a la economía y que, por lo tanto, es necesario que el gobierno intervenga para planear, coordinar y controlar el sistema económico y superar las deficiencias del libre mercado. Esta posición pugna porque el gobierno, haciendo uso de su autoridad, intervenga directamente en el libre funcionamiento de las fuerzas del mercado con el fin de conseguir determinados objetivos, y se apoya en el hecho de que ningún desarrollo económico importante en Europa o Asia durante los últimos 40 anos, se ha sustraído totalmente de la intervención gubernamental.
Por otro lado, hay quienes que mantienen una postura ortodoxa y sostienen un modelo que tiende a que permanezca una intervención del gobierno moderada, pero muy significativa, en la economía. Esta postura se fundamenta en el aprovechamiento de las fuerzas de la competencia para coordinar los procesos económicos, y en el reconocimiento de que el gobierno solo debe participar en aquellos procesos de regulación macroeconomía que apoyen la creación de condiciones, propicias para el desarrollo económico, y en aquellas áreas que complementan la acción de los sectores privados. En esta perspectiva, la responsabilidad del gobierno no es la de producir, sino la de crear las condiciones para que los privados inviertan y produzcan, a la vez que el gobierno se reserva la función de regulación.
La intervención gubernamental es sujeto de enorme e interminable debate.Para algunos observadores, esta constituyo durante un largo periodo un factor determinante de la evolución y el desarrollo de las economías nacionales. Para otros, tuvo un efecto nocivo sobre el desarrollo. En los países industrializados, dicha intervención se fundamento en las propuestas con base en las cuales el gobierno, además de responder a diversas demandas sociales, tenia que participar directamente en la economía para corregir las fallas económicas de mercado. En algunos países, como Japón, a esta intervención se le atribuyen efectos prodigiosos -aunque no todos hayan sido producto de la acción del gobierno-, en tanto que en otros, el efecto fue la virtual destrucción de la economía, como sucedió en Inglaterra.
En muchos países en desarrollo la tendencia al intervencionismo fue mucho mas fuerte, y le daba al gobierno un papel preponderante en su industrialización y en su eventual desarrollo. La mayoría de los gobiernos de los países en desarrollo trataron de instrumentar estrategias económicas que negaban la posibilidad de que las reglas del mercado funcionaran para ellos. No solo dudaban de que el mecanismo de mercado pudiera conducir la economía hacia el desarrollo, sino que negaban las posibilidades de que el comercio internacional tuviera algo que ofrecerles, en términos de crecimiento. De esta manera, además de la intervención gubernamental para planear y controlar la economía, se instrumentaron políticas proteccionistas acompañadas por un enorme aparato gubernamental. México fue claramente un prototipo de esta escuela.
En términos históricos, la postura antiintervencionista acabo ganando por el estruendoso fracaso de las políticas de intervención gubernamental, al que se sumo la crisis de los países de planificación central. La postura intervencionista enfrento serios problemas a partir de la década de los setenta, que culminaron con la crisis de deuda de los ochenta. Por una parte, los países desarrollados tuvieron que enfrentar el estancamiento económico, la inflación, el desempleo y la necesidad de ajustar sus economías.
Por la otra, los países en desarrollo, sobre todo en América Latina, han sufrido una larga etapa de deterioro económico, recesión, inflación y problemas de endeudamiento, producto de la excesiva intervención gubernamental. Consecuentemente ha sido necesario para todos ellos replantear la intervención gubernamental, como motor de desarrollo y crecimiento económico.
La tendencia reciente a nivel internacional esta constituida por unconjunto de reformas, dirigidas a modificar la intervención gubernamental y a abandonar la planeación central, en favor de una economía basada en principios de mercado. Los países desarrollados han experimentado un proceso en el que la participación del gobierno en la economía ha tomado diferentes rumbos; destacan los nuevos limites que se imponen entre lo publico y lo privado, los cuales subyacen, por ejemplo, a las medidas de privatización de las empresas paraestatales.
Las políticas que han instrumentado los países desarrollados tienen el fin de estimular el crecimiento económico apoyándose en los principios de libre mercado, y se dirigen al establecimiento de medidas, destinadas a aumentar la rentabilidad de las empresas. En general, todos han tenido éxito al reducir la inflación y reactivar el crecimiento de sus economías, mediante de medidas macroeconomicas, aunque ninguno ha logrado reducir sustancialmente los egresos gubernamentales. En la década de los setenta, Inglaterra actuó decididamente en el replanteamiento del tamaño del gobierno y su grado de intervención en la economía, para permitir una mayor competencia que redundara en incrementos de la productividad.
Esta tarea consistió en definir las áreas en las que el gobierno debía actuar -áreas de interés público-, y las medidas para promover la actividad privada. Por su parte, y después del desplome de la estrategia inicial del socialismo francés en 1983, Francia se encaminó a un proceso con el cual reconocía que la actividad privada era la que iba a determinar sus niveles de vida, y el papel que este país ocuparía en el mundo.
Los países en desarrollo también se han encaminado a reformar la participación del gobierno en la economía. Las políticas de liberalización comercial son un ejemplo de la reducción de controles gubernamentales y de la ineficacia de este tipo de intervención, para lograr mayores niveles de desarrollo y un crecimiento económico sostenido. Instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional están ahora promoviendo la instrumentación de políticas liberales con las cuales reorientar la participación gubernamental en las economías de los países en desarrollo. Incluso las profundas transformaciones de los países del Este europeo, representan la instrumentación de políticas de liberalización de sus mercados, dirigidas a superar el atraso económico, elevar su competitividad y eventualmente participar en el comercio internacional. Estas medidas implican el reconocimiento de las fuerzas del mercado como motor de desarrollo, y un giro en la participación gubernamental en los procesos económicos.
La interdependencia entre las naciones, a través del creciente intercambio comercial, esta modificando el papel del gobierno en la economía. Las regulaciones y los controles que obstaculizan el comercio son ahora insostenibles si un país desea participar en el proceso de globalización económica. Por ejemplo, la Comunidad Económica Europea ha previsto la liberalización de las adquisiciones del gobierno,abriéndolas a los mercados internacionales, a pesar de que con anterioridad las compras gubernamentales habían constituido una forma de promoción de la industria nacional.
Por su parte, en los países asiáticos, los gobiernos han logrado promover la actividad económica con gran eficacia, orientándola hacia los mercados externos y aprovechando ventajas competitivas o creándolas a partir de cero. Países como Corea del Sur, Taiwan, Singapur y Hong Kong, han experimentado un desarrollo industrial acelerado en conjunción con gobiernos que participan como agentes proactivos del crecimiento y de la elevación del bienestar de su población. En Corea del Sur, por ejemplo, el papel del gobierno trasciende con gran amplitud al simple establecimiento de las reglas del juego económico. El gobierno es un participante activo que influye en todas las decisiones y en la eficiencia del sector privado, a través de medidas encaminadas a reducir los costos de la toma de decisiones, como por ejemplo las medidas tendientes a diseminar la información.
La experiencia de los países asiáticos que han logrado altos niveles de desarrollo y crecimiento económico junto con un alto nivel de participación gubernamental, así como la dificultad de los países desarrollados para reducir sus niveles de gasto publico, manifiestan la importancia de la participación gubernamental en la economía y la dificultad de que el gobierno abandone su papel en el desarrollo económico. La pregunta a la que ahora se enfrentan todos los países no se refiere a cuestionar si el gobierno debe o no intervenir en los procesos económicos, sino a definir los términos cualitativos que deben normar la naturaleza de dicha intervención.
El nuevo papel del gobierno en la economía, junto con las transformaciones en la estructura económica global -que han modificado el panorama mundial con respecto al que había prevalecido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial- están siendo acompañadas por nuevas características en la estructura del comercio internacional. México ha avanzado substancialmente para adaptarse al nuevo contexto internacional, y de hecho ha cubierto gran parte de los costos que representa el ajuste y la apertura económica. El proceso de reestructuración económica constituye precisamente una respuesta a la globalización y a la necesidad de transformar el papel económico del gobierno. Sin embargo, estos cambios no son suficientes para responder a la nueva estructura de comercio que se esta conformando a nivel mundial. Los procesos de integración económica, la formación de bloques comerciales y la posibilidad de una creciente tendencia proteccionista a nivel mundial, constituyen el marco en el que México esta buscando ahora nuevos caminos que den profundidad al proceso de reestructuración económica.
Las Nuevas Dimensiones de lo Público y de lo Privado
Hoy en día, el mercado y la sociedad civil están extendiendo su poder sobre el del aparato gubernamental. Esto ultimo se ha suscitado a partir de la crisis del Estado de bienestar. La prioridad del Estado de bienestar era hacer compatibles el crecimiento económico con la seguridad social y militar.
Sin embargo, este actuó en detrimento tanto de la productividad y del empleo, como de la legitimidad política. Las políticas intervencionistas aplicadas tanto a la demanda, como a la oferta y la practica gubernamental de gasto deficitario para combatir el desempleo, cambiaron por completo los parámetros de incentivos y expectativas de los inversionistas y trabajadores, y a menoscabaron el crecimiento económico, produciendo mayor desempleo y escasez de capital. El crecimiento, cuando tuvo lugar, se convirtió en un asunto de proyectos políticos mas que de fuerzas del mercado, con altísimos costos en gasto publico. El gobierno comenzó a ser visto como "una caja negra" a la que se le demandan privilegios -regulaciones, subsidios,obras públicas, protección arancelaria, etcétera- y su incapacidad económica para dar respuesta a todos los agentes, se tradujo eventualmente en perdida de legitimidad.
Con la crisis del Estado de bienestar y el inicio de los procesos de cooperación económica -tanto formales como informales- se reduce el perímetro del ámbito público y el del privado aumenta. Así, entra en crisis el margen de discrecionalidad de los gobiernos para definir las políticas económicas de acuerdo con determinada racionalidad política interna, entrando en ciclos populistas o financiando la industrialización a través de la protección, los privilegios y el endeudamiento. En lugar de este poder discrecional, aparecen las fuerzas del mercado y los individuos para definir el rumbo del crecimiento económico. Sin embargo, el gobierno, en tanto generador de una voluntad coercible,sigue jugando un papel esencial en lo interno y en lo externo.
En lo interno es la condición institucional previa e indispensable para que la economía funcione, por ejemplo, estableciendo los derechos de propiedad para que las transacciones económicas se efectúen en un clima de seguridad y se obtenga una asignación eficiente de recursos; disminuyendo los costos de transacción mediante su compromiso de desarrollar la infraestructura y la comunicación; corrigiendo las imperfecciones del mercado y coordinando esquemas de cooperación colectiva; desarrollando un sistema de impartieron de justicia eficiente y equitativo, e interviniendo en el desarrollo selectivo de obras publicas y servicios en los que el mercado no es eficiente.
En lo externo, el gobierno también juega un papel esencial. Frente a la globalización de la economía y la conformación de una sociedad internacional, los gobiernos, en la medida que detentan una voluntad coercible, son los únicos agentes capaces de establecer las reglas del juego y los parámetros legales para resolver los graves problemas que trascienden las fronteras nacionales como salud, deterioro ambiental, tráfico de drogas, etcétera. Estas reglas del juego constituyen la base de la cooperación económica y política internacionales. Por primera vez se vislumbra la posibilidad de que se garantice la integridad e independencia de los Estados mediante el establecimiento de una racionalidad legal que organice la cooperación y al mismo tiempo garantice espacios de autonomía suficientemente amplios.
En este contexto los Estados, a través de sus gobiernos, manifiestan los alcances de su soberanía en la realización de los acuerdos y el establecimiento de instituciones internacionales que permitan que el comercio fluya eficientemente. Así, se establece por un lado una clara distinción entre el "manejo" del comercio internacional, en donde el aparato gubernamental decide que y cuanto se exporta o importa según lo que considera de "interés nacional"; y por el otro, la "organización" del comercio internacional, mediante el establecimiento de reglas claras de carácter multilateral o bilateral, que permitan que el comercio fluya dentro de un clima de seguridad y se establezcan mecanismos de sanción y vigilancia.
Todos estos procesos de cambio no solo económico, sino sobre todo conceptual ocurrieron a lo largo de las ultimas décadas en todo el mundo. Su efecto se puede visualizar igualmente en Europa que en la Unión Soviética, en las reformas chinas que en América Latina. México no ha sido ajeno a ellas y, en muchos sentidos, ha venido enarbolando el cambio e incorporando en sus procesos políticos los efectos del mismo.
Quedan impactos reales y potenciales que es necesario explorar, particularmentedos, los del nacionalismo y la soberanía, temas sensibles en la historia de nuestro país.
El Nacionalismo y la Soberanía
En la actualidad la soberanía del Estado no debe ser entendida como la capacidad de los gobiernos para tener un amplio margen de discrecionalidad en materia económica. Esta concepción es en realidad producto de la formula nacionalista, que es precisamente la que esta enfrentando su crisis histórica y con ella, la rígida separación entre lo interno y lo externo, y entre el gobierno y la sociedad civil.
Como se ha analizado, el nacionalismo, que ha implicado el control gubernamental de la economía y, en muchas ocasiones, de la política, lleva en el mejor de los casos al fortalecimiento del aparato gubernamental en detrimento de la sociedad civil y, en el peor, al estatismo económico y al centralismo político. Por el contrario, cuando se extiende el mercado se deja también un mayor espacio para los distintos actores económicos, sociales y políticos. El fenómeno reciente de apertura económica del bloque socialista es un ejemplo de como la economía de mercado, para que funcione, debe necesariamente estar vinculada con la libertad civil y con la democracia política. Así, mientras que el nacionalismo es compatible con el autoritarismo y el control burocrático central, la cooperación económica y la interdependencia no lo son.
En el contexto de la globalización de la economía, la soberanía de los Estados estará dada, no en la capacidad de los gobiernos para controlar los procesos políticos y económicos de acuerdo al "interés nacional", sino en la existencia de unconsenso efectivo entre el gobierno, la sociedad y los individuos, que permita armonizar los intereses internos con los imperativos económicos y políticos externos. Solo la existencia de procedimientos democráticos que promuevan una participación real de los individuos, grupos y corporaciones en los procesos de mayor cooperación económica, junto con la consolidación de nuevos pactos sociales en torno a los valores de productividad y eficiencia, podrá garantizar la unidad del Estado, y por lo tanto, la soberanía.
De esta manera, la globalización de la economía no cambia la soberanía en el sentido de fragmentar la unidad política gobierno-leyes-sociedad y la capacidad de esta unidad de generar sus propias leyes. Si implica, en cambio, una reconceptualización de las formas de organización social de acuerdo con ciertos imperativos económicos internacionales, que imponen el reto de la productividad y competitividad para sobrevivir. El llamado "redimensionamiento" de los ámbitos publico y privado, deja mas espacios a los individuos y a las organizaciones sociales, y de esta manera la tarea de los gobiernos se convierte cada vez mas en el establecimiento de instituciones que permitan el funcionamiento efectivo del mercado, y menos en el control de la economía e incluso de la política de acuerdo al "interés nacional". Así, se debe volver a las nociones de soberanía popular y democracia, en las que el poder soberano esta fragmentado en un conjunto de individuos que, por un calculo racional, renuncian a parte de sus derechos para organizar las relaciones sociales.
La liberalización de la economía y su internacionalización están desmantelando al Estado nacionalista que se gesto a raíz de la Revolución, y se impone la necesidad de formular un nuevo pacto social que organice a la sociedad y a los factores de la producción, armonizando sus intereses con los imperativos internacionales, pero defendiendo la soberanía. Tres cuestiones definirán el resultado de este proceso y el nuevo rostro de la soberanía nacional. En primer lugar, la mayor interpelación con la economía de Estados Unidos; en segundo, la reforma política, y en tercero la reconceptualizacion del papel del gobierno en la economía.
La acelerada recomposición mundial de la economía y el surgimiento de una sociedad global impone la necesidad de establecer nuevas instituciones internacionales y reglas que organicen la economía global. Es precisamente en el establecimiento de esta racionalidad legal, como anteriormente se dijo, donde los gobiernos ejercitan su soberanía. México, en este contexto, no debe ser la excepción. La integración no siempre es igualmente favorable para ambas partes; en el caso de las economías de México y de Estados Unidos, la integración es ya una realidad y esta se verifica en los mas diversos niveles con beneficios tangibles para ambos pero, a la vez, limitados por la falta de un marco reglamentario idóneo, que es precisamente el objetivo del Tratado de Libre Comercio. La firma de un tratado comercial en los términos que armonicen los intereses de los dos países y las distintas organizaciones sociales afectadas, constituye el reto más importante para el país, tanto en términos económicos como políticos, porque la capacidad soberana de actuar quedara determinada por el éxito que se haya logrado en esa negociación.
En el proceso de cambio que experimenta el país y que va a acelerar el Tratado de Libre Comercio, la fortaleza política interna será determinante; pero esa fortaleza no se consigue mediante llamados o actos multitudinarios, sino a través de la creación de un esquema de participación política amplia que se fundamente en una estructura legal de pesos y contrapesos que garantice los derechos individuales y colectivos, mas allá de la voluntad de un gobernante. Por ello es tan importante proseguir con un esquema de reforma política que consolide lo ya alcanzado y que siente las bases para un desarrollo político hacia la democracia. Es decir, el gobierno debe fortalecer la soberaníainterna para poder defender la soberanía externa. Aquí es donde la reforma del régimen político y la reconceptualizacion de las funciones del gobierno se vuelven fundamentales para afrontar los retos que el nuevo panorama internacional impone.
Las elecciones presidenciales de 1988 pusieron de manifiesto la crisis que atraviesa el régimen político. En 1991, los procesos electorales acusaron un franco apoyo de la sociedad a la política de reforma. Ambas experiencias, sin embargo, también mostraron la transformación de la sociedad mexicana: cada vez mas dinámica, informada y participativa, igual premia al buen gobierno que castiga al que no lo es. El contraste en los proceso electorales evidencia tanto la creciente madurez de la sociedad, como la ausencia de una estructura política idónea para los nuevos tiempos económicos y políticos. La sociedad ya no acepta como legitimo que la unidad nacional se sustente en el rígido control corporativo de las organizaciones sociales, en la mediatizacion de la competencia de partidos y en la centralización del poder en el presidente, a costa de los otros poderes federales y locales.
Por ultimo, la redefinicion del papel del gobierno es también un factor fundamental que vendrá a definir el futuro económico y la soberanía en México. Para reconceptualizar las responsabilidades del gobierno y de los individuos y grupos, se debe mirar no solo al interior del país, sino tomar también en cuenta el nuevo panorama internacional. Hacia adentro, se impone el reto de hacer compatibles los ideales de libertad y justicia social; en el exterior la economía internacional impone el reto de la productividad y la eficiencia para sobrevivir. Se debe seguir un proceso de mayor cooperación económica con el mundo, mediante el cual se logre armonizar la libertad con la justicia social, y éstas con la productividad, para fortalecer así la soberanía de la nación. Para ello, los distintos grupos sociales deben estar dispuestos a organizar las relaciones de producción sin recibir privilegios especiales del gobierno.
La evolución por la que atraviesa el país no es privativa de México, aunque desde luego tiene sus peculiaridades y características excepcionales. Al igual que en el ámbito económico, mientras mas rápido se adapte México al nuevo entorno internacional y actúe en consecuencia, mas cercanos serán los beneficios que se podrán obtener. En la medida en que México se torne en un país competitivo y exitoso, las dudas sobre el nacionalismo y la identidad nacional ocuparan su justa dimensión, pues el éxito económico sin duda vendrá acompañado de una mayor confianza en lo económico y, por lo tanto, en el fortalecimiento de los valores esenciales de lo que es mexicano.
Luis Rubio
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Revised: August 26, 1996