Mexico and the World
Vol. 8, No 1 (Winter 2003)
http://www.profmex.org/mexicoandtheworld/volume8/1winter03/conclusion.html

CONCLUSIÓN

EL PRESIDENTE de México posee grandes facultades para determinar el gasto de los fondos federales de la manera que le parezca más conveniente poner en práctica para sus programas de gobierno. Por regla general estos programas no se publican: no obstante, el análisis de los presupuestos revela su contenido. Por lo tanto, encontramos marcadas diferencias entre los estilos de gobernar de cada presidente durante la Revolución. Cada uno refleja la ideología de su época por la manera como ha asignado esos fondos federales, sea en pro de lo económico, de lo social o de lo administrativo, con el propósito de integrar a la nación mexicana.


     Desde la caída del dictador Porfirio Díaz hasta el surgimiento de Lázaro Cárdenas a principios de la década de 1930, en México predominó el concepto político del Estado. El mismo Cárdenas aprovechó la crisis por la que pasaba la revolución política para emprender la restructuración social de México. No solamente reorientó la economía alejándola del sistema agrícola de haciendas, sino que se propuso cambiar el sistema de educación y a la vez integrar rápidamente la población mexicana para convertirla en una nación, programa que quedó postergado desde la Independencia de México en 1821. Hemos visto que los programas de Cárdenas tuvieron efectos inmediatos poco prácticos para la vida del hombre corriente, quien siguió analfabeto, aislado, desnutrido, descalzo, y sin drenaje y alcantarillado. Y cuando el periodo de Cárdenas llegó a su fin, México aún tenia un número considerable de habitantes que no hablaban el español. Ni aun con el Plan Sexenal de Cárdenas pudo rehacerse México en un periodo presidencial. Todo el ímpetu puesto por efectuar un cambio social pareció desvanecerse cuando Cárdenas entregó la presidencia a su sucesor, Manuel Ávila Camacho, por lo cual muchos llegaron a creer que la Revolución había muerto en 1940. Sin embargo* hemos visto que tanto los beneficios sociales como el desarrollo económico solamente se lograron aceleradamente después de 1940.   

        
Cuando México entró en la época de una ideología dominada por el concepto de revolución económica, se pusieron cortapisas a las huelgas, a la distribución de tierras, y a la educación socialista; y, habiéndose iniciado un periodo de industrialización, de obras de riego y públicas, todo el mundo creyó que los beneficios inmediatos pira las masas estaban quedando postergados para cuando México estuviese desarrollado comúnmente. El grupo que patrocinó la revolución económica, bajo la dirección de Alemán, también creyó que era menester sacrificar esos beneficios en aras del progreso. Sin embargo, el índice de Pobreza nos in-

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dica que la Revolución permanecía sumamente activa y que México experimentó el cambio social más notable entre los años de 1940 a 1960; las regiones, Centro-Oeste y Centro-Este salieron más beneficiadas que nunca con la disminuación del nivel de pobreza debido más al ímpetu puesto en la economía que a los llamados beneficios inmediatos de la revolución social.     

                                          
     Sin embargo, debemos recordar que a causa de la reorientación de la economía por Cárdenas, el sector privado optó por hacer sus inversiones en negocios de urbanización. Y en tanto que Cárdenas había planeada el establecimiento de un México rural con base en granjas comunales, lo que creó fueron minifundios que no han contribuido al crecimiento de la economía de México. También ocurrió que un número apreciable de terratenientes acaudalados, por temor a las expropiaciones, invitió primeramente en inmuebles urbanos, luego en el comercio y por último en la industria ligera. La base para un nuevo orden surgió espontáneamente de la revolución social.


     Aunque es posible que los obreros mexicanos (quienes probablemente ganaron, en términos psicológicos, con la política agraria de Cárdenas) hayan perdido terreno en beneficios indirectos entre 1940 y 1960, pudieron aprovechar las nuevas oportunidades ofrecidas por la ideología de la revolución económica. El Índice de Pobreza principió a bajar de nivel con relativa rapidez después de 1940. Aunque la inflación no fue producto de una política deliberada del gobierno, los salarios mínimos de mantuvieron bajos para permitir la formación de capital mexicano, pero, según un investigador, la formación de capital no fue el resultado de esa política.1 Y como la política de bajo salario mínimo no fue la causal de formación de capitales y del consecuente desarrollo económico rápido, tendremos que buscar en otro lado la causa de la revolución económica.


     Una vez pasada la influencia económica de la segunda Guerra Mundial. Alemán y Ruiz Cortines se dedicaron a extender la acción de gobiemo para incrementar la vida económica al máximo, estableciendo un récord en la historia de la nación. Para esto descartaron el crédito agrícola y la distribución de tierras, debido a que no había garantías de que los préstamos pudieran ser pagados por los ejidatarios, y especialmente porque las granjas comunales parecían estar impidiendo la producción agrícola por su organización antieconómica. El dinero en pro de lo social, así como de todo aquello que fuese “improductivo”, fue canalizado en inversiones y subsidios de empresas privadas que se desarrollaron de acuerdo con la planificación del gobierno. Como resultado de esa política

     1 Investigación de Seigel, “Inflación and Economic Development”, analizada en el capítulo VIII.                                                             

 

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se logró el incremento económico, y como derivado de ese resultado se obtuvo una baja en el Índice de Pobreza. 


     Sin embargo, el descuido abierto de los programas sociales y de los pequeños burócratas de parte del gobierno produjo una desavenencia dentro de la Familia Revolucionaria que culminó con el aparente rechazo de la ideología de Alemán por parte de Ruiz Cortines; pero como Ruiz Coruñés no tenía un programa propio, se convirtió en un alemanista roas alemanista que Alemán. Sólo cuando López Mateos llegó al poder volvieron a tomar importancia en la política de gobierno el salario mínimo y el gasto social para la educación.


     La Revolución ha sido gobernada por corrientes intelectuales que han prevalecido en diferentes periodos. Madero estuvo obsesionado por el ideal de una democracia política como cura de los males sociales. Opinaba que si todo hombre podía votar, el gobierno no podría oprimirlo. Pero éste era un concepto negativo del papel del Estado, que prevaleció hasta 1930. Las metas de redención social por medio de una acción gubernamental, como proponía la Constitución de 1917, quedaron en el olvido con la vuelta a la normalidad durante los años de 1920, después de diez años de guerra civil. No había necesidad de aumentar el presupuesto, ya que el gobierno no era responsable del desarrollo de la nación mexicana. De todas maneras, la política internacional, de la cual era exponente el embajador de los Estados Unidos, Dwight W. Morrow, exigía otro rumbo de acción; el presupuesto debía ser equilibrado, la deuda exterior pagada y los derechos de los extranjeros respetados.


     Habiendo llegado a su término el estado pasivo durante la depresión de los treintas, la Revolución Mexicana de 1910 a 1930 salió de la escena política. Sin embargo, la vieja guardia de los revolucionarios representada por Plutarco Elias Calles no abandonó el escenario político sin luchar, puesto que, aparte de un choque de personalidades, había que luchar por un concepto de gobierno y de la manera de organizar el sistema de vida, o perder. Donde mejor representado está el choque por la política es en los presupuestos en favor de lo administrativo, de parte de Calles, y en el uso dinámico de los fondos federales hecho por Cárdenas con el propósito de efectuar un cambio en México. La revolución social avanzó entre 1934 y 1940, pero empezó a quedar opacada con la expropiación de la industria del petróleo, perteneciente a extranjeros, en 1938. El viraje hacia la revolución económica se completó durante el periodo de Ávila Camacho, y duró hasta que el partido oficial reconoció, a fines de 1950, la necesidad de un cambio si es que deseaba seguir gobernando a México.


     La ideología de la revolución equilibrada propuesta por López Mateos.

 

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prometía reunir lo mejor de los periodos político, económico y social en un programa unificado. López Mateos permitió que hubiese oposición en la Cámara de Diputados debido a que el estandarte de la revolución democrática había perdido mucho prestigio. En efecto, los únicos que han visto una democracia en México en años recientes han sido ingenuos comentaristas extranjeros que han dejado el estudio de la democracia política para dedicarse al análisis de la “democracia social”. Sin embargo, a los mexicanos no se les ha podido engañar, y la falta de una democracia política ha sido continuamente criticada, en especial por los intelectuales. Aun así, el pueblo ha aceptado con paciencia a la Familia Revolucionaria, puesto que siempre ha sido gobernado por uno u otro grupo elitista. Y si el partido oficial continúa patrocinando el crecimiento nacional y cede a las demandas o deseos de los grupos de presión, las quejas no serán ir muy airadas ni eficaces.


     La posibilidad de emprender una revolución auténtica y equilibrada ha llegado más o menos desde 1960. Ahora México posee los fondos necesarios per capita para gastar grandes cantidades en favor de lo social y para completar el desarrollo económico que habrá que mantener. El considerable crecimiento del presupuesto se debe al alza de los impuestos, pero depende en gran parte también de los créditos disponibles. Hasta estos momentos es claro que las deudas del gobierno han sido manejadas hábilmente por los ideólogos de la revolución equilibrada, pero de nuevo nos enfrentamos a los problemas de la década de 1920, es decir: en caso de que los pagos de las deudas llegasen a constituir la mayor parte de los gastos, ¿cuál sería la suerte del desarrollo económico de México? Se podría argumentar que el desembolso de una gran parte del presupuesto al pago de la deuda pública —hasta el 36.2 % en 1961- atraería más créditos para el estímulo de la expansión de las actividades del gobierno. No podemos llegar a una conclusión de estos puntos de vista, pues el futuro es incierto. Sin embargo, sí podemos hacer ver lo que el gobierno está haciendo ahora, para después evaluar los resultados obtenidos por la revolución equilibrada.


     Tanto Obregón como Calles encontraron cada vez más limitada la libertad de acción del gobierno, conforme se iban enredando en los pagos de la deuda y las finanzas extranjeras. Obregón pudo haber llevado a cabo el programa de los gastos sociales que tenía en proyecto a principíos de la década de 1920 si no hubiese encontrado los problemas de ser reconocido por los EUA y tener que hacerse cargo de las deudas prerrevolucionarias de México. Como Madero, estos presidentes tenían un concepto muy vago de lo que es el Estado activo. Básicamente Calles fue un administrador, y el papel del Estado, según él, era el de coordinador y

 

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de estímulo indirecto. Así Calles fundó el Banco de México, la Comisión Nacional de Irrigación, la Comisión Nacional de Caminos, y otras muchas agencias para el fomento de la reconstrucción y de la expansión del país. Obregón y Calles vivieron en el mundo del Estado pasivo en la década de 1920, que era sumamente distinto del mundo del Estado activo al cual tuvo que enfrentarse López Mateos en la década de 1960, ya que el capital extranjero y los gobiernos extranjeros no eran tan comprensivos respecto al uso de los créditos y de los préstamos internacionales como lo son ahora.


     Los presidentes partidarios de la intervención del Estado activo han practicado, en general con cierta limitación, el ejercicio de gastos deficitarios. Cárdenas inauguró el gasto deficitario como política normal de gobierno en las postrimerías de la década de 1930. Y Ávila Camacho lo aumentó durante la segunda Guerra Mundial, y aunque Alemán trató de no darle tanta importancia, los presidentes que siguieron no se han preocupado por equilibrar el presupuesto.


     Alemán creía que su programa de acción estatal sería menos controvertido y problemático que la acción de Cárdenas, quien decidió rehacer la sociedad tradicional; pero, examinado el proceso revolucionario, se ve claramente que la política de Alemán remédelo las bases de la sociedad mexicana tanto como los programas de Cárdenas. A la larga, el cambio del Nivel de Pobreza para una proporción considerable de habitantes bien podría constituir una revolución que a la postre desafía efectivamente al antiguo orden que se ha opuesto al cambio de estructura del poder social y económico. Aunque Cárdenas distribuyó tantas tierras de México y puso fin al sistema de haciendas, quienes recibieron las tierras con frecuencia han seguido en la pobreza debido a lo pequeño de sus parcelas, a su incapacidad para conseguir créditos, a su lejanía de mercados, provisiones, médicos y escuelas. Se piense lo que se piense acerca de la urbanización en México, ésta atrae a la gente a unidades más grandes, en donde hay mayores posibilidades de alcanzar mejores niveles de vida que los que ofrece el campo. Ya para finalizar su periodo. Cárdenas había llegado a dar menos importancia a las huelgas político-económicas de los trabajadores, y también había abandonado su programa de educación socialista debido a la presión de la Iglesia. Al terminar el periodo de Cárdenas hubo muchas protestas contra su revolución social. Y ante la posibilidad de una guerra civil. Cárdenas escogió a un hombre moderado para que le sucediera en el poder. Es probable que haya abandonado la revolución social al ver que el pueblo no vivía mejor que antes de la depresión. Y no hay duda de que para Cárdenas era más importante la paz que una renovada guerra civil.

 

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     Los disturbios laborales así como la presión de la población del campo por adquirir tierras fueron la causa del viraje hacia la revolución equilibrada desde 1960. Los adelantos de la economía y la disminución del nivel de pobreza durante los años de la revolución económica fueron los factores responsables de la crisis política de México, que casi amenazó al partido oficial al terminar el periodo de Cárdenas. Esta crisis no se reflejó directamente en la campaña presidencial de López Mateos, como ocurriera en 1940, sino que brotó durante la masiva revuelta laboral en contra del gobierno y sus sindicatos. Después de años de Revolución y promesas, la Familia Revolucionaria tendrá que atender las peticiones de los obreros y campesinos, aun cuando, como en el caso de la distribución de tierras, el programa acaso ya no sea factible. Si la ideología de la revolución equilibrada ha de tener éxito, deberá tomar experiencia del pasado, que demuestra que los estereotipos de la Revolución ya no son válidos.


     Hemos examinado la política presidencial en épocas de revolución política, social, y económica, y los resultados sociales de la Revolución muestran claramente que ciertas ideas sostenidas por ciertas alas de la Familia Revolucionaria eran erróneas. La revolución política acabó con el antiguo orden institucional, pero no llegó a crear el estado democrático. La revolución social atacó las antiguas normas de la sociedad, pero no logró crear una nueva, ni económica ni socialmente. La revolución económica logró llevar la industrialización a un alto nivel, pero no logró un equilibrado crecimiento económico ni un mercado interno amplio. Y conforme la revolución equilibrada trate de remediar los fracasos de las fases anteriores de la Revolución, surgirá la pregunta de si México posee los recursos que le permitan un crecimiento adecuado en todos los sectores de la sociedad y a la vez en los de la economía. O ¿exigirá de nuevo una jerarquía de metas grandes en una dirección y luego en otra?  


     Madero no fue un verdadero revolucionario. Logró derrocar al anterior presidente, pero tenía proyectado dejar que el gobierno, la sociedad y la economía siguieran su curso acostumbrado, con la única excepción de introducir la democracia. La violencia que se suscitó después de su asesinato contribuyó poco al adelanto social de México, y en cambio destruyó la economía. Los programas de la década de 1920 significaron el rechazo al cambio social, puesto que la política de redención social se convirtió en la política de las grandes finanzas y del lujo para los líderes del partido oficial durante la mayor parte de la década de 1920 y los primeros años de la de 1930. La única excepción a esta norma fue el régimen de Portes Gil.


     Cárdenas ni arruinó la economía mexicana, ni ayudó mayormente a

 

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ls masas en lo material, como afirman respectivamente, sus enemigos y sus amigos. Y aunque su programa en favor del proletariado rural no dio fruto, su política de ayuda al obrero urbano produjo un cambio social en el Distrito Federal. La industrialización cobró empuje en las postrimerías de la década de 1930, y por lo tanto no hay que acreditar todo el mérito por el adelanto económico al periodo que comienza con 1940. En la práctica, la revolución social no llegó a atemorizar al capital privado tanto como han pretendido los inversionistas particulares. Y el legado de Cárdenas a las masas no consistió tanto en mejoras materiales sino en la importancia de su posición psicológica. Cárdenas reanimó los ideales sociales de la Constitución de 1917 y logró que las masas se organizaran en grupos políticos que no podrían seguir siendo pasados por alto. El proletariado urbano y el rural sirvieron para contrarrestar el poderío de los militares, que perdieron su poder político durante el periodo de Cárdenas. Además, Cárdenas pudo limitar el papel de los generales en la vida nacional al hacerse cargo de la Secretaría de la Defensa de Ávila Camacho durante la segunda Guerra Mundial. Los generales que pudieran haber renovado el prestigio de los militares fueron eclipsados por la fama y la sabiduría de un ex presidente que supo asegurar que los militares prestasen sus servicios al gobierno sin dominarlo. Cárdenas fue el verdadero progenitor de la intervención del Estado activo en todas las fases de la vida nacional. Él fue quien tuvo que librar la batalla suscitada por esta política y fue él también quien estableció desde entonces las normas de la política presupuestaria social y económica. Los programas específicos del gobierno de Cárdenas fueron censurados por el grupo alemanista; no obstante, su política presupuestaria en pro de la integración de la economía nacional fue aceptada por ese grupo.


     Alemán inició programas sociales indirectos, los cuales no sacrificaron a las masas, como han afirmado sus enemigos. Y como la disminución de la pobreza aparentemente ocurrió con más rapidez después de 1940 que durante la época de Cárdenas, puede decirse que unos beneficios socíales directos para el pueblo no constituyen toda la solución para una integracióri nacional. El pueblo no debe quedarse esperando que alguien le indique lo que debe hacer, como lo sugirió Cárdenas, sino que habrá de ver que los adelantos sociales se obtienen de la iniciativa personal  en la solución de sus problemas.2 La acción gubernamental que otorga pres-

     2 En el verano de 1962, Cárdenas aún insistía en que si el gobierno le da al pueblo algo qué hacer, entonces trabaja. Rechazó la idea de que el pueblo siempre ha esperado a que le den trabajo el gobierno, la Iglesia y el ejército, y también rechaza la idea de que por eso el pueblo no es capaz de resolver activamente sus problemas, y que esto constituye un impedimento al adelanto sodal. Esta entrevista con Cárdenas tuvo lugar el 25 de agosto de 1962, mientras viajaba de Uruapan a Apatzingán, Michoacán.

 

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taciones sin base para lograr oportunidades y adelantos sociales no podrá resolver los problemas de México. Sin embargo, la política de Alemán sirvió de base para este adelanto social, con muy poca atención directa en el pueblo. Por ejemplo, sin educación ni salubridad, la integración social no podrá mantenerse a la par del desarrollo económico.


     En suma, la Revolución Mexicana no se ha terminado. Mucho se ha hecho en beneficio del pueblo, pero queda todavía mucho por hacerse antes de que México llegue a ser una nación socialmente integrada. La política del gobierno es de primera importancia al dirigir esta obra de edificación nacional, ya que ha creado el clima para el desarrollo general. Antes de 1910 hubo muy pocas mejoras sociales, y después de 50 años, algunas regiones del país, especialmente las del Sur, aún viven en una extrema pobreza. Los resultados de la Revolución han sido muy disparejos si se les juzga por regiones. Con la identificación concreta de diferentes periodos de la Revolución Mexicana se pone en claro que el cambio social es un proceso más largo de lo que muchos creen. Las teorías de las revoluciones a menudo se basan en etapas violentas de cambios de gobierno, con la suposición de que si el cambio social ha de efectuarse tendrá que ir acompañado de un levantamiento político. Hemos señalado que la verdadera revolución en la sociedad mexicana ha llegado principalmente en épocas de estabilidad política, desde 1940. Es decir, pasaron 30 años antes de que el partido oficial de la Revolución pudiera introducir las condiciones adecuadas para el desarrollo rápido social. Y esto no ha de sorprendemos porque, aun cuando pasaron siete años de violencia antes de que se pudiera redactar, en 1917, una constitución que establecía las metas del movimiento, todavía quedaba por delante mucha actividad gubernamental constructiva antes de que las acumulativas condiciones favorables permitiesen el cambio social.


     De esta obra pueden deducirse varias recomendaciones para los futuros estudios académicos. Como hemos indicado que el poder presidencial en México está íntimamente relacionado con el sistema presupuestario que da al jefe del Poder Ejecutivo gran flexibilidad de operación, surge la pregunta de si el núcleo del poder en otros sistemas presidenciales no tiene, en gran parte, el mismo origen. No hay duda de que esto podría ser un tema fructífero de investigación al examinar el proceso de las naciones en desarrollo que poseen un sistema político que teóricamente opera con el sistema de frenos y equilibrios. La mayor parte de los investigadores extranjeros han supuesto que el gobierno mexicano funciona con el módico número de frenos y equilibrios establecido por la Consti-

 

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tución. Y los analistas mexicanos han tomado su sistema como algo hecho, y ello nos da mucha verba sobre la teoría y la práctica del gobierno en México, pero pocas explicaciones de cómo opera tal sistema en la práctica. Para llegar a un análisis de la cuantificación de la ideología más sutil que el que presentamos aquí habrá necesidad de algunos estudios de la política presupuestaria de otras naciones en desarrollo. Esperamos que el método aquí desarrollado para este análisis sea de alguna utilidad a los investigadores al llevar a cabo y retinar sus estudios al respecto.


     Los investigadores de la historia de México han tendido a juzgar la permanente revolución mexicana sin tomar en cuenta al pueblo, en cuyo nombre, teóricamente, se emprendió la Revolución. Sin duda, el análisis del cambio social para las masas que aquí presentamos será controvertido. No obstante, en esta obra ofrecemos un intento de medir la disminución de las características de la pobreza para comprender un aspecto antes ignorado del proceso revolucionario. Y debido a los problemas discutidos extensamente en los dos capítulos últimos, por su naturaleza misma el Índice de Pobreza es tentativo y limitado, para que abarque niveles de pobreza que probablemente afectan al mexicano en lo colectivo, más que en lo individual. Difícil, si no imposible, es comprimir una serie de datos en un Índice de Pobreza que tenga significado; seguramente es abstracto el resultado que no toma en cuenta las inconsecuencias o variaciones, pero éste es un problema al cual tiene que enfrentarse todo método que se adopte para el análisis social. No obstante, esperamos que a pesar de sus problemas, el Índice de Pobreza sirva de estímulo para el análisis de los diferentes niveles del cambio social.


     Y para terminar, sugeriremos que el verdadero significado de la palabra “revolución” y la esencia misma del “procedimiento revolucionario” necesitan una nueva evaluación. Si, como hemos intentado señalar, el proceso revolucionario puede tener una serie de etapas que sólo comienzan cuando se ha completado la etapa del levantamiento violento, entonces, lo que hemos averiguado sobre la revolución de México tendrá que ser sometido a prueba con el estudio de otras sociedades.

 

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